El páncreas artificial argentino, cada vez más cerca de ser una solución para los diabéticos

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Un grupo de investigadores del CONICET dirigidos desde el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) desarrollaron un algoritmo que comanda la bomba de infusión de insulina en personas con diabetes tipo 1. Es un sistema de control automático que reemplaza las funciones del páncreas para regular los niveles de glucosa en sangre. Le pusieron un nombre muy simbólico: ARG, que son las siglas de regulación automática de la glucosa en inglés (Automatic Regulation of Glucose). En junio se hicieron las pruebas del algoritmo con cinco pacientes que sólo tuvieron que registrar cuándo empezaban a comer, pero no calcular cuántos gramos de hidratos de carbono iban a consumir. El sistema inyecta automáticamente la cantidad de insulina que la persona necesita en cada momento.

El estudio estuvo dirigido por el ingeniero Ricardo Sánchez Peña, investigador del CONICET y director del Departamento de Doctorado e Investigación del ITBA. “La idea se me ocurrió hablando con una familia amiga que tiene un nene de tres años con Diabetes, por todas las complicaciones que trae, sobre todo en los niños”, contó este martes en una conferencia de prensa en la que se presentaron los resultados de la segunda fase de la prueba clínica.

La primera había sido el año pasado. Aquella vez se usó un algoritmo desarrollado en Estados Unidos, que requería que el paciente calculara y registrara en el sistema cuántos gramos de hidratos de carbono iba a comer para que la bomba le infundiera la insulina necesaria.

 

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El páncreas artificial argentino, cada vez más cerca de ser una solución para los diabéticos

Silvia Crespo

Silvia Crespo, 49 años, 18 de diabética, fue una de las pacientes que participó en las dos fases. “Es emocionante lo que la tecnología puede ayudar. Hace seis años que uso bomba de insulina con sensor, y está bien, ha logrado que no me desmaye ni me despierte internada, pero con el algoritmo fue genial… yo no tenía que estar todo el tiempo anotando los carbohidratos. ¡Adoramos esas 36 horas! El nivel de glucosa es como una montaña rusa, y en esas horas fue un valle”, dice mostrando fotos. “Fue un milagro”, explica.