Lordén: por todos ellos ¡memoria!

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Porque podríamos haber sido cada uno de nosotros, y en cierta manera lo fuimos, las víctimas de las más aberrantes prácticas de un estado opresor, sanguinario y asesino. Porque podrían haber sido nuestros hermanos, nuestros padres, nuestros hijos y nuestros nietos; y porque lo fueron. Porque buscaron destruir su identidad, y buscaron destruir la nuestra como pueblo, pero no lo consiguieron. Porque cada 24 de marzo se renueva ese dolor, esa daga clavada en el corazón de un pueblo que clama, buscando justicia.
El capítulo de la represión ejercida por el Estado Argentino durante la dictadura más infame de la cual fuimos víctimas necesita para cerrarse, imperiosamente, de la justicia. No podremos crecer, si no sentamos bases sólidas en las justas reparaciones a las víctimas, en el respeto integral a los derechos humanos, en el encuentro de la verdad, en el ejercicio permanente de la memoria.
Merecemos como sociedad, más allá de las ideas y las ideologías, cerrar esta herida, pero sobre todas las cosas: no perder la memoria. Porque aunque algunos digan que el olvido es una de las formas de la memoria, en este caso el olvido supone volver a cometer el más grande de los crímenes que conoce la humanidad: la muerte a manos de quienes debieran proteger la vida.
Porque las ideas no son, no pueden serlo, motivo de discordia, enfrentamientos vanos, opresión sangrienta. Porque la memoria nos ayuda a curar, porque la justicia nos ayuda a vivir, porque la verdad nos hará libres… porque cada 24 de marzo nos recuerda que lo construido, para ser sólido, debe basarse en tres pilares fundamentales: MEMORIA, VERDAD y JUSTICIA.