Revista Mil y un conejos: Cincuenta números y Mil y un agradecimientos

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Así, medio «de jugando», creamos la primer maqueta que rápidamente se convirtió en la primera edición de Mil y un conejos. Antes de que pudiéramos siquiera procesar tanta emoción, aparecieron los primeros lectores, que nos manifestaban el gusto por las secciones, y los anunciantes que hicieron posible la edición.

Hoy nos parece mentira que ya sean 50. El cincuenta (sin-cuenta) es primo hermano del mil y un. Ambos nos hacen pensar en el infinito de las cosas y todo lo que ello significa para nuestra mágica manera de mirar el mundo, y la de todos los conejitos y conejitas lectoras que cada mes vuelan en la escoba de Juana Petruja, cantan las canciones de Ethel, quedan atónitos con el conejo Perplejo, se embadurnan las manos con las recetas de Anselmito, se divierten con las propuestas de Ejito y aprenden de cooperación con consejos de la Cooperativa Eléctrica de Saladillo.

Más allá de los números redondos, y los motivos que siempre nos dan para recordar, hacer balances y festejar, no podemos dejar de agradecer infinitamente a quienes siguen mes a mes la revista: la buscan, la leen, la coleccionan. A nuestros fieles anunciantes que confían en el amor que le ponemos a cada edición. A nuestro plantel mágico: Ethel Mariotto, que vuelve a ser niña en cada estrofa de sus mágicas canciones; Ezequiel Achilli, un mago de lo más sabio; a Nicolás Zenobi, el mejor Casimiro López que esta revista podría tener; a Laura Molina, por su lectura detallista y sus correcciones en servilletas de bares. A nuestra imprenta que después de estos años se ha convertido en una amorosa familia que imprime cada número cuidando que cada color y cada forma salgan perfectos. A los ilustradores que desfilaron por nuestras tapas, algunos convirtiéndose en amigos entrañables.

Pero sobre todo queremos contarles que esta revista nos ha demostrado que cuando los deseos se piensan apasionadamente, los trabajos más costosos se vuelven divertidas aventuras, las sociedades más serias se convierten en entrañables amistades, y todo fluye en un mar de infinitas e impensadas posibilidades para que todo aquello que parece imposibles, se vuelvan hermosas y felices realidades.

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juana