Tapiocas infernales: el mar de Pinamar y Villa Gesell seguirá «vedado» por estas pequeñas aguavivas

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La gran paradoja de este verano se está dando los días más lindos, cuando el calor y el cielo despejado y la brisa cálida propician jornadas de playa que parecen perfectas, pero no lo son tanto. Porque con tanto viento norte el mar quedó absolutamente vedado para la presencia humana. Toda la orilla, de Pinamar hasta Villa Gesell, está invadida por miles de tapiocas infernales, esas «burbujitas» vivas que, como sus parientes las medusas, pican y hacen arder hasta los lugares recónditos más protegidos del cuerpo.
El viento de tierra, es decir el que sopla desde el continente hacia el mar, es el que atrae a pequeños seres vivos a la costa, ya que se alimentan de organismos por filtración nadando contra la corriente. Y parece que así será al menos para lo que resta de la semana, porque se espera que haya viento norte casi todos los días, con excepción del miércoles y jueves, que soplará del sur.

Las tapiocas pican y hacen arder hasta los recónditos más protegidos del cuerpo (Diego Medina)
«Las tapiocas se acercan a la costa cuando hay viento continental. Cuando rota el viento y viene del sur desaparecen pero apenas vuelve a cambiar la dirección regresan», explica Pablo, guardavidas en Cariló.
El nombre científico de la tapioca es Liriope tetraphylla, mide menos de un centímetro de diámetro y es prácticamente invisible ya que el 95% de su organismo es agua. Eso sí, si uno entra al mar y «arrastra» la mano por debajo de la superficie siente el roce de estas mini medusas invasoras. «Se reproducen muy rápidamente y no hay solución alguna, depende del cambio de marea y viento», explicó Jennifer Pezzo, de la Fundación Ecológica Pinamar.

La Liriope tetraphylla, mide menos de un centímetro de diámetro y es prácticamente invisible ya que el 95% de su organismo es agua
Los veraneantes de Villa Gesell y Pinamar padecen la «dictadura» de las tapiocas. Se vio claramente durante el viernes y el sábado pasados, días de mucho calor (la temperatura llegó hasta los 37 grados) y nadie en el agua. Los paradores ofrecieron sus duchas y se armaban filas larguísimas para refrescarse con agua dulce. Algunos pocos intrépidos se le animaron al mar y a las tapiocas y así les fue: salían ardidos.

Los hombres las sufren especialmente en la zona de los genitales, pero también afecta en las axilas, los párpados, la boca (Diego Medina)
Los hombres las sufren especialmente en la zona de los genitales, pero también afecta en las axilas, los párpados, la boca y todas las zonas sensibles del cuerpo. Según explican los expertos no hay mucho por hacer más que aguantarse el ardor, que se va al cabo de unas horas. Aunque cada uno tiene una solución para calmarlo. Pablo, el guardavidas, sugiere «neutralizar el efecto con amoníaco, sin exposición al sol y con agua dulce». Pezzo recomienda que si uno quiere entrar igual al mar lo mejor es «ponerse vaselina en todas partes del cuerpo para que no pique, y cuando se sale del agua darse una ducha de agua dulce».
En caso de que el roce de la tapioca produzca una reacción alérgica, el uso de vinagre puede ayudar para calmar los efectos del ácido que despide este pequeño demonio de las aguas.

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Los veraneantes de Pinamar le huyen al agua por esta pequeña y molesta medusa (Diego Medina)
No obstante, la tapioca, que es un infierno de día, brinda un espectáculo alucinante de noche. Si se sale a caminar por la playa en la plena oscuridad, a veces se las puede detectar sobre la arena en la orilla: es que, como las noctilucas, forman estelas de luz sobre la arena.