Agradecimiento de Marcos Huenuqueo y Micaela Chimento huéspedes por unos días en Saladillo

- Publicidad -

Hola somos Marcos y Micaela, somos de Bahía Blanca, hace unos días viajamos hacia Capital Federal  con la intención de perfeccionarnos y apostar a un emprendimiento que tenemos juntos (somos diseñadores gráficos). Luego de unos días en Buenos Aires, emprendimos el regreso a nuestra ciudad, con mucho entusiasmo y sobre todo con muchas ganas de volver a ver a nuestros seres queridos, y además, teníamos que volver a trabajar. Así es como, sin querer, llegamos a Saladillo. Si bien es una ciudad que queda de paso en el camino Bs As. – Bahía, nunca pensamos que íbamos a quedarnos por varias horas allí. Todo comenzó cuando a diecisiete kilómetros de Cañuelas, nuestro auto comenzó  con un desperfecto mecánico,  tuvimos que detener el viaje en medio de la autopista y entre medio de trámites entre grúas de autopistas y grúas de la compañía de seguro, y luego de varias horas, llegamos a Saladillo alrededor de las 18 hs, muy hambrientos y cansados. Para muchos puede ser una situación minúscula, pero para nosotros, inexpertos en este tipo de situaciones, todo era muy angustiante, estábamos lejos de casa, con el auto averiado y en una ciudad que no conocíamos.

Rápidamente llame a mi padre que vive en Trenque Lauquen y que por diferentes cuestiones tiene gente conocida en muchos lugares, queríamos conseguir un mecánico de confianza que nos atienda lo más rápido posible para poder seguir el viaje y llegar a seguir con nuestras obligaciones. Pero en dicha ciudad mi viejo no conocía a nadie y las cosas se complicaban. Mi papá Mario rotario desde hace 30 años, decidió recurrir a su club para encontrar a alguien que nos pueda ayudar, es así que llego a una persona que a pesar de no participar más del Rotary sin problemas accedió a darnos una mano, de todas maneras como era domingo y ya muy tarde quedamos en llamar a esta persona el lunes a la mañana y pasar la noche en un hotel de allí. Dejamos el auto en una estación de servicio y tomamos un taxi hasta el hotel.

Fuimos al hotel Español, donde el muchacho que estaba cubriendo el turno de la noche nos atendió de primera, nos encontramos con un lugar sencillo pero lo más importante, bien atendido y muy limpio, era lo que necesitábamos después de largas horas en la ruta. Es ahí donde ya empezamos a notar la calidez de la comunidad. Como el hotel no cuenta con servicio de cena, salimos a caminar las calles del centro de la ciudad en busca de algo para comer esa noche, de esa manera llegamos a una fábrica de pastas cercana al hotel, donde también nos atendieron muy bien y aunque cruzamos pocas palabras con el hombre del negocio, cuando ya nos estábamos yendo al ver que no éramos del lugar, nos pregunto si andábamos de viaje, entonces le conté lo que nos había sucedido, y sin conocernos confió en lo que le contamos y nos ofreció prepararnos los panes que le habíamos comprado y además nos regalo una buena porción de fiambre. Y por más que no nos estaba solucionando nuestro mayor problema, nos estaba haciendo un gesto de amor, de compañía, nos estaba demostrando que él nos acompañaba de la forma que él podía. Y en la situación que estábamos ese gesto para nosotros fue gigante. Luego volvimos al hotel donde el conserje nos estaba esperando con una mesa preparada para que podamos cenar cómodos y calentitos.

A pesar de estar angustiados por la incertidumbre de no saber qué era lo que tenia nuestro auto y de no saber cuando íbamos a regresar a nuestra ciudad, pudimos descansar bien, y sintiendo que había gente que no nos conocía pero que nos estaba acobijando.

- Publicidad -

Lunes a la mañana nos despertamos muy temprano, desayunamos y llamamos al contacto que nos había pasado mi padre.

Hola Oscar, le digo, y le comento que íbamos a tomar un taxi hacia la estación de servicio para ir hacia nuestro auto. Pero Oscar que no me conocía me dijo que no, que él me pasaba a buscar por el hotel y que él se encargaría de todo. Así fue, nos paso a buscar, se presentó y nos conto todo lo que íbamos a hacer, nos llevó hacia donde estaba el auto y en el camino pasamos por lo de un mecánico amigo. Una vez en la estación, con el mecánico, decidimos llevar el auto al taller para revisarlo mejor, los pronósticos no eran los mejores a primera vista, se preveía que iba a tardar unos cuantos días. No sabemos si tenía mucho trabajo, si tenía muchos coches en espera, pero de todas formas, sabiendo nuestra situación, el mecánico y su ayudante pusieron manos a la obra y comenzaron a probar el auto, luego de una hora, nos dan la mejor noticia, nos podíamos ir a casa, luego de un trabajo intenso los dos habían logrado solucionar un problema que era determinante para nosotros y pudimos regresar a casa sin tener que esperar ni un minuto más.

Por eso queríamos escribir esto, como carta de agradecimiento, que es lo mínimo que podemos hacer. Lo que hicieron por nosotros, en la situación que estábamos, fue gigante, increíble y admirable. Por eso queremos agradecer a:

Por un lado al Hotel Español y a la fábrica de pastas La Familia.

A Oscar “el negro” Adorno, que sin conocernos y en un día laboral, se tomo el tiempo de buscarnos, llevarnos, presentarnos a su mecánico de confianza y ofrecernos hasta hospedaje en su casa. Oscar te admiramos y espero que la vida nos vuelva a encontrar y que algún día podamos devolverte todo lo que hiciste por nosotros!

Y por ultimo y no menos importante al mecánico Luis “Pelin” y a su ayudante Pablo, dos gigantes que tampoco nos conocían, pero que entendieron lo que nos pasaba y nos dieron una mano gigante, no puedo detallar todo lo que se movieron para que nos podamos ir con el coche reparado.

A todos ellos, al diario ABC por permitirnos compartir nuestra experiencia y a la comunidad de Saladillo los saludamos y los abrazamos!

Nos volvimos muy felices y llenos de amor!

Marcos Huenuqueo y Micaela Chimento.