Anita Fara, contusiones

- Publicidad -

Sin embargo, la lucha por la igualdad o las desigualdades existió siempre y hubo hombres y mujeres que intentaron hacer valer sus derechos en todos los tiempos. En estas épocas, un poco casi como sin pensar, por desconocimiento o ignorancia, muchos van detrás de una bandera sin saber exactamente el rumbo mientras la violencia continúa.

Este fue el caso de ANITA MACRON FARA, que la actualidad amerita contar.

Anita era árabe, había llegado a Argentina no hacía tanto y con diecinueve años andaba como vendedor ambulante por los pueblos de Buenos Aires.

Seguro arribó al Puerto junto a una gran cantidad de sirios, libaneses y otros naturales de los países árabes que comenzaron a emigrar a Argentina a partir de 1860 debido principalmente a un gran crecimiento demográfico en Medio Oriente, sobre todo en el Líbano.

- Publicidad -

Anita, como tantos otros “turcos” comerciantes y artesanos quedaron sin trabajo y sin comida, en un ambiente turbulento por luchas internas, siendo la emigración la única salida posible.

Es así como llegan todos estos inmigrantes árabes a Estados Unidos, Brasil, Chile, Colombia, Venezuela y por supuesto Argentina concentrándose principalmente en el Noroeste de nuestro país, como La Rioja, y otros como Anita se instalan en forma independiente en diferentes lugares, trabajando en la venta ambulante de mercaderías.

Anita era árabe y estaba en General Alvear en 1906, en un pueblo con muchas pretensiones de gran ciudad: con 5.000 habitantes, una casa Municipal que todavía no era la actual Municipalidad, dos escuelas y una capilla erigida en 1873.

Anita vendía artículos de lencería viajando con FELISA FARA de pueblo en pueblo.

El hecho sucedió cuando ambas mujeres iban a la casa de REYNA MORALES que tenía un tambo cerca de la estación del Ferrocarril, tambo chico comparado con las grandes lecherías de Graciana Arroyabe, Domingo Basterrechea o el tambo de Juan Gruccio.

Iban a cobrar dos espejos que el día anterior, 10 de abril, había roto uno de sus empleados, tras una discusión confusa sobre una venta después de haber sido llamadas por la misma dueña para ver la lencería. Vaya a saber por cuáles motivos no enunciados en el expediente, MANUEL GONZÁLEZ, un muchacho rudo de 17 años, la echa a puñetazos de la casa y le rompe dos espejos que ella llevaba.

Al día siguiente, 11 de abril, se encuentran los dos en la calle como a las ocho de la mañana, cerca de la estación del ferrocarril y ella le dice que iba a cobrar los espejos a lo de su patrona. Muy irritado, palabra va palabra viene, González le dice que si vuelve a ir volverá a echarla a empujones como el día anterior.

Según declaraciones de González, Anita le dice “sinvergüenza y otros improperios” así que pierde los estribos y al grito de “Turca de mierda” le da con el cabo del rebenque y se da a la fuga.

Anita recurre entonces a la Comisaría donde denuncia la agresión al comisario JOSÉ MARÍA SAROBE que delega las acciones al encargado de la comisaría don Pedro Vera que designa al sargento Martín J. Peralta para que haga las averiguaciones pertinentes y entreviste a los posibles testigos.

El primer testigo que encuentra el sargento es a RAMÓN MANSILLA, un joven de 13 años que estaba en la casa de Domingo Garabento agarrando un caballo que aseguró ver a un sujeto que reparte leche en un carrito pegando latigazos a una mujer y que después se dio a la fuga.

El segundo testigo fue MARÍA CASTILLO, de veintiún años que se encontraba en la puerta de su casa como a la misma hora y que vio que más o menos a una cuadra y media de su casa, a un sujeto que manejaba un carro y que desde arriba le asestaba latigazos a una mujer que sabía se ocupaba de vender lencería pero que desconocía su nombre.

En la misma fecha, comparece el español JOSÉ R. GASTACA, nacido en 1860, comerciante y casado, de 39 años de edad. Gastaca dice que se encontraba en su domicilio carpiendo la tierra y vio como a una cuadra a M. González, jornalero que se ocupa de repartir leche, que se encontraba arriba de la jardinera que guiaba con el látigo en la mano y que a su lado se encontraban dos señoras, pero no vio que le pegara con el látigo a ninguna de ellas y que solo lo supo después cuando se lo comentó su inquilina MARÍA CASTILLO.

Él afirma que no ha visto nada más aunque sabe por comentarios que en el día de ayer González había discutido con las dos señoras. Asimismo dice que María Castillos y Ramón Mansilla podrían haber visto algo así como el señor Garabento desde su herrería.

Al día siguiente, 12 de abril, don PEDRO VERA entrevista a Manuel González que se encontraba arrestado. González explica que cuando él se dirigía al tambo para buscar más leche porque se le había acabado y le faltaban algunos clientes, le salieron al encuentro Anita y otra señora que le dijeron que iban a la casa de su patrona a cobrar los espejos que el día anterior había roto.

El declarante les contestó que no fueran porque las iba a echar de la casa como el día anterior, tal como se lo había indicado su patrona, así que la mujer Anita le contestó que era un sinvergüenza y otros insultos y por eso le asestó un latigazo desde la jardinera.

Con fecha 14 de abril, llega el informe del Médico de la Policía, Dr. AGESILAO MILANO, que certifica que Anita presenta contusiones sin importancia en el lóbulo auricular izquierdo, parte de la región temporal y parietal con ligeras lesiones de la piel, de poquísima importancia y que no necesitan curación alguna.

Entrevistado don DOMINGO GARABENTO, el herrero asegura no haber presenciado nada y que todo lo que sabe es por el menor Ramón Mansilla que le dijo que el repartidor de leche de doña Reyna Morales le había pegado unos latigazos a una mujer vendedora de lencería que estaba en el suelo y cuyo nombre ignora. Domingo era analfabeto así que el acta es firmada por el vecino JOSÉ DE LA VEGA ante Pedro Vera.

Nacido en 1870, en Italia, Domingo Garabento llegó a la Argentina en 1883, venía del Cuartel 5°, población rural de Saladillo, Buenos Aires y ya tenía 23 años de residencia en el país.

Domingo Garabenta estaba casado con LUCÍA BARLOQUI, padre de Raymundo Antonio Garabenta, bautizado el 12 de septiembre de 1903 en la Parroquia San José de General Alvear, de Mauricia Martina Garaventa, y de Carlos Ernesto Garaventa y muy amigos de la familia de Sifronio Cabrera. Don Domingo tenía la herrería donde actualmente vive Nelly Dimasi sobre la calle Italia, llegando al Centro de Educación Física N° 36 actual, a dos cuadras del ferrocarril.

Ante los expedientes, el Juez de Paz BADIOLA cita el 17 de abril a Manuel González para que preste declaración. González reitera todo lo sucedido enunciándole el Juez que se le concedía el derecho de excarcelación bajo fianza, hecho al que renunció el declarante.

Tomando conocimiento del hecho el Síndico (abogado) DANIEL LÓPEZ, aconseja al Juez que como las contusiones muy leves y tal como lo expresa el Dr. Agesilao Milano en su declaración no hay necesidades de curaciones, es necesario proceder al sobreseimiento de la causa contra González.

El 8 de Junio, el Juez Badiola, atendiendo a todo el expediente y a la buena conducta y nombre observado hasta el momento por el Sr. González, dictamina la cancelación de la fianza y el archivo del expediente firmando la cédula los testigos CLAUDIA MORALES, ENRIQUE VÁZQUEZ y don JOSÉ TORRES HAEDO.

¡Pobre Anita Fara, sola, árabe, mujer y en el 1900!

Los ejemplos actuales a más de 100 años demuestran que Manuel y Anita no han aprendido que a improperios, rebencazos o latigazos a nada se llega y que lo importante es la comunicación, el respeto, la empatía. Más de cien años y casi nada ha cambiado, se vive en un mundo de miradas, actitudes y palabras violentas que generan más violencia y que nos alejan cada vez más de una convivencia en paz a pesar de las diferencias.

Vale el ejemplo de Anita y Manuel para repensar.

Bibliografía consultada:

Foto: Paisana inmigrante árabe del 1900.

Por Lis Solé.