Patrimonio Histórico de la Provincia, Escuela N° 15 de General Alvear

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En la Escuela 15, es todo bien diferente. Las paredes limpias, las cornisas rasqueteadas y las canaletas abiertas de la escuela seguramente lo deben sentir. Es que a partir del 29 de noviembre de 2017, la Escuela, junto a las demás instalaciones de la ex estancia del marqués de Olaso tiene una Ley propia que la cuida y un montón de voluntades que la resguarda.

Una escuela que nació de la iniciativa de sus constructores, la familia OLASO, hace ya más de 150 años.

A veces, es difícil explicar y entender como una familia de la talla de los Olaso vino y permaneció en General Alvear hasta hace 60 años, presentes en el Pueblo Esperanza, hoy General Alvear allá por 1855 cuando se hizo la primera adjudicación de los solares. Julián y José Rufino de Olaso poseían Almacenes de Ramos Generales en Lobos, Cañuelas, Navarro y General Alvear y se cuentan historias de carretas de Olaso, proveedores de pulperías y fortines.

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En 1875, José Rufino Olaso funda el establecimiento “San Salvador del Valle”… Casi un pueblito de campaña: panadería, herrería, talleres, carpintería, cabañas, caballerizas, montureros, puestos, tambo, y escuela…

La escuela funcionaba en el mismo Castillo, delante de los montureros, donde ahora justamente están las aulas de los internos de la Unidad N° 14 del Servicio Penitenciario, institución que funciona en ese lugar. A un costadito, estaba el patio con juegos armados por la propia marquesa que daba catecismo una vez a la semana.

Luis de Olaso y Madaria, único hijo de José Rufino, hace construir el edificio actual en 1934. Según cuenta Joaquín Artola, él comienza a venir a la escuela en 1938 y “todo era nuevito”.

La Sra. Amanda Pellisero escribe en el Historial de la Escuela que “en solemne acto realizado por la Señorita Begoña Olaso”, ella coloca el primer ladrillo de la construcción que terminaría en 1939 el Sr. Marconi. Toda la construcción y las maestras hasta el año 1957 fueron pagadas por la familia Olaso.

La función de la escuela era muy amplia: en verano se transformaba en Colonia de Vacaciones con alumnos del Colegio de Franciscanos de Buenos Aires, la congregación Jesuita de San Agustín.

Durante las semanas de las Misiones, el padre Luis Rodríguez legalizaba uniones, bautizaba, se hacían las primeras comuniones, las confirmaciones y por supuesto, las Misas en la Capilla donde se reunía toda la gente de los alrededores.

En 1957, uno de los hijos de Luis, II marqués de Olaso, Fernando y su madre la marquesa Carmen Villar, le encargan a su administrador, el Sr.Jorge Ormaechea que, junto a su esposa Marta Tagliani,  realicen los trámites para que la escuela sea acreditada dentro de la Educación Oficial.

Así fue que la escuela se crea en 1957 con una matrícula de 22 alumnos.

A partir de ahí, y ante las amenazas de expropiación, se retiran precipitadamente los puesteros con sus hijos haciendo fluctuar peligrosamente la matrícula pero,  al formarse la Colonia San Salvador del Valle, llegan los Colonos con sus hijos que nuevamente llenan las aulas.

Imposible describir 60 años más… Cientos de anécdotas de los hijos de los colonos constantemente llenan las páginas de Facebook y las reuniones de amigos…

Y una pequeñita escuelita, con una arquitectura española bellísima, es capaz de provocar destellos, hacer brillar los ojos y despertar recuerdos dormidos.

Recuerdos de sueños y desencantos, pero seguramente con los mismos destellos que tenía el marqués de Olaso cuando vivía en estos lugares, destellos de grandeza en la humildad, destellos de hacer las cosas bien, de esfuerzos, de sacrificios y de la satisfacción del trabajo bien hecho.

Eso que nos falta justamente en estos días: la satisfacción del trabajo bien hecho. Si miramos cada uno de los detalles de la Escuela podemos observar no sólo la belleza, sino también la fortaleza de construcción pensada para que dure para siempre; ladrillos de primera calidad, ventanas y rejas indestructibles, techos que aún no se llueven a pesar de los años….

En estas cosas no valen los intereses particulares o personales, y aunque parezca mentira, realmente el edificio despierta sentimientos dormidos, recuerdos, acciones cooperativas, altruistas, optimistas, destellos de luz que pueden mucho más que las malas ondas y que han logrado reunir muchas voluntades para limpiar el monte y la escuelita abandonada.

En estos días, se han visto mucho más que la intención de algunos, está presente la voluntad conjunta de preservar y poner en valor un lugar representativo de 150 años de historia…

Intenciones del Concejo Deliberante de General Alvear, de los Diputados y Senadores de la Provincia de Buenos Aires, de los vecinos alvearenses, del Consejo escolar, de las autoridades municipales, de los miembros de Cooperadora, del Personal docente y auxiliar, de los vecinos y colonos, de las Autoridades del Ministerio de Justicia y del Servicio Penitenciario que han puesto lo mejor de sí para que la escuela comience a verse como se merece.

Luces de identidad, de respeto por el pasado y por  las personas que trabajaron arduamente en esos espacios para que nosotros y nuestros hijos tengamos una vida como se merece, de calidad, de expectativas logrables y por supuesto, con destellos de esperanza siempre renovados.

Liz Sole