Cerca de 20 personas ya se vacunaron contra la FHA

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¿Qué es la Fiebre Hemorrágica Argentina (FHA)?

Esta enfermedad, también conocida como «mal de los rastrojos», es causada por el virus Junín, y afecta a una región del país que abarca parte de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y La Pampa. La contraen principalmente las personas que viven o trabajan en el campo

¿Cómo se transmite?

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El virus Junín suele estar presente en algunas especies de roedores silvestres. Estos roedores presentan infecciones crónicas sin síntomas, con eliminación del virus, particularmente por la saliva, que contagia a roedores sanos y contamina el medio ambiente, a partir del cual el hombre se infecta accidentalmente.

 

¿Cuáles son los síntomas?

Es una enfermedad  aguda que presenta cuadros clínicos de gravedad variable, desde formas leves a formas graves caracterizada por fiebre y alteraciones de la sangre, neurológicas, renales y cardiovasculares, que sin tratamiento puede evolucionar hacia la muerte en un lapso de una a dos semanas.

El comienzo de la enfermedad es inespecífico, con decaimiento, dolor de cabeza y fiebre moderada. Con el avance de la enfermedad se agregan dolores musculares y articulares, dolor retroocular, dolor abdominal, mareos, náuseas y vómitos. En caso de haber hemorragias, éstas se limitan a leves hemorragias nasales o en las encías.

Los signos neurológicos son frecuentes: irritabilidad, somnolencia, temblores.

¿Cuál es el tratamiento?

 

El diagnóstico y tratamiento precoz aumentan enormemente las posibilidades de cura de esta enfermedad. El tratamiento específico es la  administración precoz de plasma.

 

¿Cómo puede prevenirse?

 

–         Realizar la vacunación contra la Fiebre Hemorrágica Argentina, la que está indicada a partir de los 15 años de edad en las zonas de riesgo del país.

–         Realizar una higiene cuidadosa, principalmente de las manos y cambio de ropas, cada vez que se hayan frecuentado zonas con roedores.

–         No introducir tallos, hojas o granos en la boca.

–         No acostarse sobre bolsas o en el suelo, comer y dormir en habitaciones limpias. Usar calzado cerrado.

–         Mantener desmalezados los alrededores de la vivienda para evitar que las lauchas se acerquen a ella.

–         Disponer de lugares libres de maleza para los juegos de niños.

–         No destruir la fauna de predadores de roedor: lechuzas, lechuzones, chimangos, etc.