La Defensoría del Pueblo advierte por el fuerte impacto en la salud del humo de tabaco ajeno y pide mayor control

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4 de febrero: Día Mundial Contra el Cáncer
La Defensoría del Pueblo advierte por el fuerte impacto en la salud del humo de tabaco ajeno y pide mayor control

La Defensoría del Pueblo a través del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos que coordina el defensor Adjunto Walter Martello, advirtió que el humo de segunda mano es una fuente muy extendida de mortalidad, morbilidad y discapacidad.

Contiene más de 7000 productos químicos, de los cuales al menos 250 son nocivos y como mínimo 69 causan cáncer.
Según los últimos indicadores oficiales, 1 de cada 4 personas están expuestas en sus hogares; y 1 de cada 5 en sus lugares de trabajo, bares o restaurantes. En la Argentina, la reducción del tabaquismo no ha sido tan significativa como la registrada en otras naciones. Y el impacto es mayor en los grupos sociales más vulnerables, como niños, niñas y adolescentes.

Cabe destacar que los recién nacidos, lactantes y niños/as menores de 2 años son más vulnerables porque tiene el aparato respiratorio, y el sistema inmunológico, en proceso de maduración. Por ende, su organismo es incapaz de atenuar los daños de los agentes tóxicos del humo del tabaco. Además, el número de respiraciones por minuto es mayor que en los adultos y, en consecuencia, inhalan con más frecuencia el humo ambiental y los productos químicos.

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El humo ambiental de tabaco (HTA), o también llamado humo de segunda mano o humo ajeno, es la mezcla del humo que exhala el fumador (humo primario) y el humo que emana el cigarrillo encendido (humo secundario).  A nivel global, y nuestro país no es la excepción, casi la mitad de NNyA respiran habitualmente aire contaminado por humo de tabaco en los lugares públicos. Se calcula que, en todo el mundo, 65.000 niños y niñas mueren a causa de enfermedades vinculadas con esa exposición.
Ante esta situación, Martello consideró que es necesario avanzar en una serie de reformas que permitan acelerar la disminución del tabaquismo en la Argentina, haciendo especial hincapié en los sectores más vulnerables:
• Fortalecer y ampliar la protección ambiental contra el humo del tabaco especialmente niños, niñas y adolescentes. Modificación de los artículo 23, 7 y 24 de la Ley 26.687 (regula la publicidad, promoción y consumo de los productos elaborados con tabaco a los fines de la prevención y asistencia de la población ante los daños que produce el tabaquismo) de modo de detallar lugares frecuentemente concurridos por este grupo poblacional, como espacios de recreación cerrados, espacios comunes y abiertos destinados a la actividad de niños, niñas y adolescentes, y espacios culturales y deportivos habilitados para eventos públicos.
•Sensibilizar a la población sobre los riesgos de la exposición al humo de tabaco ajeno mediante campañas de información
•Aplicación de la Ley 26667 y propiciar el aggiornamiento de las normativas provinciales que establecen excepciones o requisitos más flexibles.
•Elaborar, aplicar, actualizar y revisar periódicamente estrategias, planes o programas de control del tabaco que aborden la cuestión de la protección contra el humo de tabaco en los lugares accesibles al público en general, o lugares de uso colectivo, independientemente de quién sea su propietario o del derecho de acceso a los mismos.

Según la  4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR), que se realizó en conjunto con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), la incidencia del consumo de tabaco en Argentina desciende muy lentamente: en 2013 el 25,1% consumía tabaco y en la última encuesta, dada a conocer el año pasado, el índice llega al 22,2% de la población.  Es decir, la reducción es de apenas 0,48 puntos porcentuales por año, por lo cual para llegar a un solo dígito, con esta tendencia, se tardarían 25 años.
En lo que se refiere específicamente al humo del tabaco ajeno, la estadística oficial indica que el 25% de la población, es decir una de cada cuatro personas, refirió haber estado expuesto en los últimos 30 días en el hogar, mientras que el 21,8% -1 de cada 5- en el trabajo. Por su parte, la exposición al humo de tabaco en bares/restaurantes se mantuvo estable (21,5%). Estos últimos dos indicadores muestran la necesidad de hacer más eficientes los controles.
Hacia el interior de los grupos estudiados, las cifras oficiales evidencian variaciones respecto de la edad: el sector etario más joven estuvo más frecuentemente expuesto (34,7%) , mientras que el grupo de 65 años y más refirió el valor más bajo de exposición en el hogar (18,6%).

Asimismo, resultó mayor la exposición en los dos niveles educativos más bajos, entre aquellos con cobertura de salud pública exclusiva, y se registró una mayor exposición en el hogar en los quintiles de menores ingresos, con una diferencia de más 10 puntos porcentuales entre el 1er y el 5to quintil de ingresos del hogar por unidad consumidora (31,2% vs 20,3%).

Se observó, también que la exposición al humo de tabaco ajeno en el trabajo resultó mayor entre varones que entre mujeres (28,2% y 14,4%, respectivamente). En cambio, fue menor el porcentaje de exposición en el rango etario 65 años y más, respecto de todos los otros grupos de edad.

“Es importante tener en cuenta, como ya lo venimos señalando desde hace tiempo, que pese a que la prevalencia del tabaquismo muestra una pequeña disminución, el crecimiento poblacional de la Argentina hace que hoy tengamos 1.840.000 fumadores más que en la estimación anterior realizada por la Organización Mundial de la Salud, de los cuales 1.226.000 son hombres y 614.000 son mujeres”, agregó Martello.

El derecho a la salud es un derecho humano fundamental y debe analizarse desde un punto de vista multidimensional. La salud y la calidad de vida son un resultado social directamente relacionado con las condiciones generales de la vida de las personas y con la forma de vivir.

Para lograr la meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (meta 3.4), consistente en reducir en un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles de aquí al año 2030, desde las Naciones Unidas hacen hincapié en que el control del tabaco debe ser una prioridad para los gobiernos.