Los accidentes de tránsito son cosa vieja

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Cuando los hechos resultan más graves y cuestan la vida de algún vecino, el clamor aumenta y las reflexiones sobre qué hacer con el tránsito se intensifican.

 

Es tareas de expertos y profesionales buscar las razones de estas conductas al manejar, para intentar si no solucionar, al menos disminuir los siniestros. Pero queremos aportar el dato de que este comportamiento no es nuevo. Parece que somos portadores de una “carga genética” que nos lleva a desafiar reglas de convivencia y jugar con los riesgos de la velocidad.

 

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Tenemos el registro de que en 1900, cuando aún no había autos ni motos en Saladillo, ya había accidentes de tránsito y la consecuente queja de los vecinos a las autoridades.

 

En “El Argentino” del 28 de Octubre de 1900, se brinda la siguiente información: “Ayer a la tarde en momentos que el mensajero de telégrafo transitaba a caballo por la vía pública fue llevado por delante por el carro de carnicero que guiaba Francisco Delía”.

 

Al parecer el mensajero transitaba distraído y del golpe resultó herido en una pierna. Suponemos que no iría leyendo mensajitos de texto…

 

El cronista aprovecha a llamar la atención del señor comisario por los carros, “que continuamente andan disparando por nuestras calles, siendo expuesto para los que transitan por ellas, como también las tropillas de caballos que continuamente se arrean por los puntos más centrales, como si estuviéramos en el campo”.

 

Los coches de alquiler, carruajes tirados por caballo, que cumplían por entonces el servicio que hoy prestan los taxis y remises, paraban frente a la plaza a la espera de pasajeros. Pero cuando arribaban trenes, iban hasta la estación en procura de clientela. El tren, poco antes de llegar al pueblo, se anunciaba con su típico silbato. Esta era la señal para que los cocheros iniciaran una infernal carrera desde la plaza hasta la estación, algunos por Belgrano, otros por Moreno, levantando una enorme polvareda y sin atender a quien pudiera cruzarse.

 

Culmina la nota de “El Argentino” sentenciando: “Ya es tiempo que se corten estos abusos”.

 

A 114 años de aquella nota, repetimos: “Ya es tiempo que se corten estos abusos”.

 

 

Fuente: Historias Saladillo