Vasco Olarticoechea: el jugador que nunca perdió en los Mundiales

Foto: facebook vasco olarticoechea
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Con la selección de fútbol de Argentina, obtuvo el campeonato de 1986 y el subcampeonato de 1990.

Julio Jorge Olarticoechea, más conocido como el “Vasco”, además de ser un buen tipo, tiene el record de no haber perdido ningún partido en los mundiales.

El Vasco disputó 12 partidos entre los Mundiales de 1986 y 1990, de los cuales no perdió ninguno, ya que en Italia 90, no jugó el partido inaugural frente a Camerún, en el que cayeron 1-0 y tampoco jugó la final de 1990 donde fue suspendido junto con Caniggia, Giusti y Batista en el partido de semifinales contra Italia por doble amarilla, perdiéndose así la final contra Alemania. Es el jugador argentino que más partidos jugó sin haber perdido nunca.

Julio Jorge Olarticolechea (mal escrito a propósito recordando a un amigo) fue jugador profesional durante 17 años, integrando tres equipos de los cinco grandes del fútbol argentino (Boca, Racing y River) además de otros clubes de su país, como Argentinos Juniors y el Deportivo Mandiyú así como en el fútbol europeo, donde recaló en las filas del Nantes de Francia entre 1986 y 1987. Es uno de los 30 futbolistas con más partidos jugados en la Primera División de Argentina (466 partidos). Tiene más de 600 partidos jugados en toda su trayectoria. Fue convocado a la Selección Argentina, formando parte de los planteles de 1982, 1986 y 1990. Se le recuerda especialmente por la salvada en la línea de gol en el histórico partido contra Inglaterra en el Mundial de 1986, gracias a lo cual Argentina ganó 2-1.

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El «Vasco», como lo conocen, era un jugador polifuncional (que se acomodaba a las decisiones del técnico), de gran personalidad fuerte, rápido y con una gran disciplina táctica para la marca, su puesto natural era el de un volante mixto que también tenía fútbol y explosión, con gran vocación ofensiva y salía dando pases con clase y precisión.

Anécdota con Romina Manguel

«Casi salgo con (Julio) Olarticoechea», aseguró sin titubeos Romina Manguel en una charla informal en Radio La Red. La periodista no ocultó que en su juventud tenía un amor platónico por el Vasco, integrante del plantel campeón del mundo en México 86. «A mí siempre me gustó. A todas le gustaba Sergio Goycochea, pero a mí me gustaba el Vasco», reconoció con la risa de sus compañeros de fondo ante su declaración.

Manguel hasta se animó a contar una anécdota de su juventud y lo que hizo  para conocer a Olarticoechea en persona. «A mí me gustaba mucho, él lo sabe. Yo tenía 17 o 18 años e inventé que tenía que hacerle una nota. Lo hice para ver si picaba y recontra picó porque no había nota», contó sin vergüenza la periodista.

«Después me invitó a salir y me dio como cosa», agregó cuando sus compañeros le consultaron sobre la reacción del Vasco al enterarse de la falsa nota. «Después no me animé porque yo era muy chica y él era más grande. No me animé…», remató Manguel, 13 años menor que el oriundo de Saladillo.

Nuca de Dios

El 22 de junio de 1986 es una fecha histórica para el fútbol argentino por la victoria de Argentina frente a Inglaterra por los cuartos de final del Mundial de México. Una fecha que quedó en la memoria de todos por los goles de Diego Maradona, uno con la mano y el otro gambeteando a cuanto inglés se le cruzó por el camino. Y un triunfo que también fue posible por la Nuca de Dios, tal como fue apodada la acción en cuestión. Argentina le ganaba 2-1 a Inglaterra (Gary Lineker había descontado) cuando faltaban pocos minutos para el final. El equipo del Narigón Bilardo sufría ante la presión que había metido el equipo británico por tratar de empatar el  encuentro. Y cuando iban 42 minutos ocurrió una jugada milagrosa en el estadio Azteca.

¿Qué pasó? Barnes, que había entrado a los 29′ de ese segundo tiempo, complicaba a la defensa argentina con sus desbordes. Así se había dado el descuento: desborde del 19 y cabezazo de Lineker para mantener vivas las esperanzas inglesas y extender la angustia del elenco albiceleste. Barnes encaró nuevamente y tiró el centro para buscar la cabeza de su mencionado compañero. En ese momento ocurrió lo inesperado: la pelota superó a Nery Pumpido y, cuando Lineker se disponía a estampar el empate, apareció la figura de Julio Olarticoechea, que se tiró de palomita y, con su cabeza, evitó la caída del arco argentino.