El embajador en Brasil participó de actos oficiales en la Costa, en lo que muchos ven como el comienzo informal de una campaña. Él ya avisó que está “preparado para lo que sea”.
Es el embajador argentino en Brasil, pero es mucho más que eso. Exvicepresidente, exgobernador de la provincia de Buenos Aires, exministro de
Desarrollo Productivo por un breve plazo, Daniel Scioli podría ser, acaso, el próximo presidente de la Nación.
En momentos en que la gestión del Frente de Todos (FdT) procura controlar la inflación y, a la vez, armar una estrategia política que le permita ganar las elecciones ante el anuncio de que la actual vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, no se presentará, en el frente de gobierno todo ha sido cautela hasta hace poco. La mención de posibles candidaturas era vista como una afrenta a la población, agobiada por la cuestión económica.
Pero los tiempos de la política marcan que ya es momento de avanzar en posibles candidaturas, aunque se mantenga el discurso de que solo se piensa en gobernar. Quien vaya a postularse para el máximo cargo en el país deberá contar con varios meses para trabajar en las alianzas y en definir el equipo que lo acompañará en caso de ganar.
Por eso, quizás, el frente opositor Juntos por el Cambio (JxC) se apresuró a lanzar una docena de candidatos ya en la segunda mitad del año pasado. El FdT, en tanto, se ha mantenido más reservado. Pero ya hay, también, varios nombres en danza. Y entre ellos se destaca el de Scioli.
Entre todas las figuras del oficialismo que podrían disputar el sillón de Rivadavia en las elecciones de este año, el actual embajador es quien más cerca estuvo de avisar que se lanza a la carrera. “Estoy preparado para lo que sea”, dijo en los últimos días, cuando le preguntaron si pensaba ser candidato. Y claro: su cargo es en Brasil, pero se lo vio en actividades en Mar del Plata, junto al Presidente Alberto Fernández y al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, en lo que muchos interpretaron como el inicio de su campaña.
Hasta entonces, Scioli no había expresado que consideraba la posibilidad de postularse a la presidencia nuevamente, aunque muy pocos dudaban de que mantuviera esa aspiración. Pero ahora lo hizo explícito. Al menos, lo más explícito que le permiten las reglas de este juego informal.
“Yo no puedo perder de vista que en 2015 saqué el 49% de los votos. Hoy nos reencontramos con mucha más experiencia, madurez, incorporando una agenda más moderna. Esto es apasionante”, manifestó. “Estoy preparado para lo que sea. En política no creo que haya muchos dirigentes con la experiencia de haber sido vicepresidente, gobernador, diputado nacional, ministro de Turismo y Deportes”.
Los otros nombres que vienen sonando en el oficialismo son todos hombres que forman parte de la gestión: Axel Kicillof, Santiago Cafiero, “Wado” de Pedro. Pero Scioli, es cierto, corre con ventaja. Ya fue vicepresidente y candidato a presidente, en una elección muy reñida. Se avizora, quizás, el tiempo de su revancha.
Una sucesión de puestos claves
Cuando se los consulta por sus aspiraciones electorales, los políticos suelen eludir el tema diciendo algo por el estilo de: “Yo voy a estar en el lugar donde se me necesite”. En el caso de Daniel Scioli, parece ser cierto, y no una mera frase de circunstancias.
Nacido a la vida pública a través del deporte, fue convocado por el entonces presidente Carlos Menem para hacerse cargo del ministerio que, además de esa área, se ocupaba de la de turismo. Hoy, que el nombre de Menem es anatema para el peronismo, Scioli no evade mencionar ese rol entre sus pergaminos: lo incluye entre las responsabilidades que asumió cada vez que lo llamaron, y que incluyen la de haber sido vicepresidente de Néstor Kirchner, la de haberlo secundado en una lista para diputados nacionales y, por supuesto, la de haber gobernado la provincia de Buenos Aires durante ocho años.
También en este gobierno, y en circunstancias difíciles, Scioli acudió adonde se lo necesitaba. Fue enviado a Brasil como embajador, pero, durante las álgidas semanas de recambios en puestos claves del gabinete nacional, no dudó en volver a la Argentina para hacerse cargo del Ministerio de Desarrollo Productivo. Luego volvió a la embajada, para retomar un rol que hoy, con la victoria de Lula, es aún más crucial.
Digan lo que digan sus detractores, Scioli se ha instalado como una figura confiable, en la que las máximas autoridades del país pueden apoyarse ante diferentes coyunturas.
La virtud de la paciencia
Si algo no se le puede negar a Daniel Scioli es que sabe esperar. No siempre la fortuna le sonrió, y más de una vez se auguró el fin de su vida política, pero al final terminó por resurgir y volver al centro de la escena, una vez que pasó la ola.
Sobre el final de su segundo mandato como gobernador en la Provincia, buena parte de los medios hacían hincapié en un supuesto distanciamiento respecto de la entonces presidenta, Cristina Fernández. Meses después, ella misma lo designaba como el candidato de lo que entonces era el Frente para la Victoria a la presidencia, que casi obtuvo.
El año pasado también se fogoneó su supuesto enfrentamiento con Sergio Massa, cuya designación al frente del Ministerio de Economía lo desplazó del que ocupaba desde hacía solo unos días. Sin reproches, Scioli volvió a Brasil para trabajar en reforzar las relaciones bilaterales. Hoy es, otra vez, una figura central del Frente de Todos.