Buezas, médico saladillense, trabaja con “la terapia más efectiva que tenemos hasta el momento” contra el Coronavirus: plasma de recuperados

Facundo, uno de los donantes, con la máquina de aféresis (foto:Hospital Militar Central)
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Miguel Buezas es un médico clínico saladillense que se desempeña en el sector de internación y en el servicio de hemoterapia en el Hospital Militar Central, en donde desde el año pasado cursa la especialidad en hemoterapia, inmunohematología y terapia celular. En este contexto de pandemia, el nosocomio es uno de los pioneros en la terapia con plasma de recuperados de Coronavirus Covid-19. En diálogo con ABC, Buezas cuenta que “es la terapia más efectiva que tenemos hasta el momento, la herramienta más eficaz en cuanto al avance de la enfermedad en el paciente. Lo que nosotros hacemos es apagar un poquito el incendio”. A continuación, la entrevista completa:

-¿Cómo comenzaron con los estudios sobre plasma en el Hospital Militar?

Hace poco tiempo se hizo conocido, pero nosotros empezamos a principios de esta pandemia cuando comenzamos a conocer a este virus, y ya habíamos visto un poco del desarrollo a nivel mundial, con todas las terapias que se venían instaurando a fármacos antirretrovirales, algunos antipalúdicos. Como todo proceso nuevo, se fueron probando y estudiando.

En ese momento nosotros, en el hospital, con el médico hematólogo y hemoterapista que es el doctor Dimase –un adelantado-, comenzamos a rememorar y decidimos ponernos al pie del cañón. Salieron algunas investigaciones sobre plasma y empezamos a crear un banco de plasma de convalecientes, es decir de aquellas personas que padecieron la enfermedad y la desarrollaron exitosamente. Lo que se hacía era medirle los anticuerpos en plasma, para utilizarlos en extracción y usarlos en pacientes. En ese momento lo usábamos en casos graves: hoy en día avanzó mucho más, ya hay un protocolo más desarrollado y hay ciertas reglas, ciertos usos más dirigidos.

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Si bien para la población es nuevo, el plasma se utilizó muchas veces ya. La primera vez, en 1901: después, se utilizó en la Gripe Española en 1918, y donde tuvo mucha repercusión fue en la fiebre hemorrágica en Argentina, fuimos como pioneros en ese sentido. Con la infusión de plasma, se bajó la mortalidad de ese virus de un 30% a un 1%, un valor tremendo.

En este contexto de pandemia y en otras, lo que pasa habitualmente es que cada hospital trata de buscar la mejor respuesta a la enfermedad que aqueja en ese momento. Muchos hospitales y especialistas se dedicaron a hacer diferentes estudios en cuanto a antirretrovirales y antipalúdicos, y muchos también sobre plasma. Gracias a la comunicación que tenemos hoy en día, fuimos probando algunas terapias: fue como una iniciativa en conjunto. En la Asociación ya se hablaba de esto y se presentó un proyecto, para ser unánime se comenzó con ciertas pautas y protocolos. En Argentina arrancamos todos a la par, aunque desde hace un tiempo antes veníamos pensándolo.

-¿Qué es el plasma?

Es una parte de la sangre. Cuando sacas la sangre completa están los glóbulos rojos, las plaquetas y el plasma. El plasma es una sustancia que se encarga de llevar un montón de cosas, entre ellos nutrientes, proteínas, factores de coagulación, y anticuerpos. Los anticuerpos son aquellas respuestas que crea el sistema inmune, que a nosotros nos sirve captarlos. La persona que desarrolló la enfermedad nos ayuda con esos anticuerpos a neutralizar el virus en otras personas, lo que hacemos es ‘inutilizarlo’, o ‘bloquearlo’, en simples palabras.

Los anticuerpos que genera la gente con Covid se los pasamos a pacientes que están desarrollándola en forma moderada o grave, o a aquellas personas que tienen síntomas leves y tienen indicios de pasar a un cuadro más moderado o grave. El plasma disminuye la carga viral, la cantidad de virus que circula.

-¿Cómo es la respuesta de los pacientes a los que le aplican la dosis de plasma?

-Es buena, en la mayoría de los casos se ha obtenido una respuesta favorable. Hoy en día, más que nada a nivel mundial que tienen una experiencia en cuanto al uso, es la terapia más efectiva que tenemos hasta el momento, la herramienta más eficaz en cuanto al avance de la enfermedad en el paciente. Lo que nosotros hacemos es apagar un poquito el incendio, con estos anticuerpos. Cuando hablamos de anticuerpos, no decimos que el plasma funcione como vacuna: los anticuerpos tienen un tiempo de vida útil en el plasma de aproximadamente 20 días

-¿Quiénes pueden donar plasma?

-Todo paciente es pasible de donar siempre y cuando haya cursado la enfermedad y resuelto exitosamente, y después de 14 días asintomáticos presentarse para una extracción de sangre normal en la que se mide la cantidad de anticuerpos. Si ese paciente presenta anticuerpos, es un paciente capaz de donar plasma.

-¿Cómo es el proceso de donación?

-Cuando sacas por primera vez, sacas una muestra de sangre entera. Luego, de esa muestra de sangre entera, podés hacerle una aféresis o después de cuatro meses podés hacer otra extracción común. La forma en la que nosotros obtenemos el plasma, son dos.

Una de ellas es una forma de extracción de sangre común, en la que al paciente se le extrae entre 350 y 450 mililitros de sangre, lo que depende del peso, altura y edad, y de ahí se saca una unidad que se llama de sangre entera. Esa unidad pasa por un proceso de centrifugación que separa los glóbulos rojos del plasma y plaquetas, y después se recentrifuga y se separa el plasma.

El otro proceso es la extracción de plasma por aféresis, que es un poco más complejo. Estos pacientes son conectados a una máquina de aféresis, que de forma continua le saca la sangre entera y la va filtrando. Saca el plasma, por un lado, y todo lo que en ese momento nosotros no vamos a utilizar –que son los glóbulos rojos y plaquetas- se lo devuelve al torrente sanguíneo.

La diferencia entre los procesos es que, a través de la aféresis, puedo hacer que el paciente done cada aproximadamente 15 días y puedo sacar un porcentaje mayor de plasma. En una donación tradicional, se puede sacar aproximadamente entre 200 y 250 mililitros de plasma y se puede someter a un nuevo proceso de donación a los 3/4 meses; mediante el proceso de aféresis, se obtiene entre 600 y 800 ml. de plasma y se puede donar nuevamente a los 15 días.

-¿A cuántos pacientes puede ayudar un donante?

A una persona que dona podemos extraerle entre 600 y 800 mililitros de plasma, y con la terapia que hacemos necesitamos dosis de entre 150 y 250 ml: en algunos casos responden con una sola dosis y otras con dos. Con una extracción de plasma, serán entre 4 y 6 personas, depende de la cantidad de plasma que se pueda extraer.

-¿Les resulta difícil captar donantes?

Se está informando a la sociedad en general. Se hace difícil porque todo el contexto de la pandemia generó mucho miedo, y el tema de la extracción de plasma no es corriente en todo el mundo, entonces genera un poco de, no sé si desconfianza, pero sí temores en el paciente. Después de toda la estigmatización y el tiempo en internación que lleva, es difícil captarlo. Pero la gente ahora está entiendo un poco más y ahora tenemos una mayor captación que hace un tiempo atrás.

-¿En todos los centros hospitalarios se puede realizar este proceso?

-Necesitas el instrumental y el personal adecuado, tiene que haber un especialista en hemoterapia y un clínico para realizar y controlar el proceso de aféresis. Está sectorizado, acá en Capital hay varios centros como Hemocentro de Buenos Aires, el Hospital Militar… Hoy en día, no en todos lados se puede extraer.

-Muchos especialistas en hemoterapia destacan que Argentina, históricamente, no tiene arraigada la cultura de la donación de sangre. ¿Es cierto?

Si bien somos muy solidarios en muchas ocasiones, no tenemos arraigada en la vida cotidiana donación de sangre. Hoy en día, los bancos de sangre dependen mucho de la donación voluntaria y altruista, que es a lo que se apunta a nivel mundial. Nadie te puede obligar a donar sangre.

-¿Cómo es tu vida en este contexto de pandemia?

Desde un primer momento y hasta el día de hoy, me fui acostumbrando. Siempre con una incertidumbre tremenda porque es algo nuevo, para mí y para el mundo, algo que fue mutando en cuanto a las terapias que empezamos a utilizar. Los pacientes también empezaron a evolucionar diferente, empezó a haber síntomas nuevos; cambió mucho la forma de recepcionarlos, del horario y forma de atención… es un contexto súper complejo que genera mucha expectativa, miedo permanente: no cuando estás atendiendo, sino después. En su lugar, uno se siente seguro y contenido; cuando llega a su casa es todo un tema.

Salgo del Hospital y tengo que bañarme, cambiarme toda la ropa. Antes de entrar a mi casa me saco la ropa, entro directo al baño, me baño de nuevo, me cambio de ropa y recién ahí entro en contacto con otros. Más allá que uno tome las medidas necesarias, siempre hay algo que puede fallar o queda una gota de incertidumbre que a uno lo persigue un poco.