Tiembla la Bombonera. Y late. Y se mueve para acá. Y se mueve para allá. Y Huracánbusca, ataca, quiere ganar de una vez por todas en un templo que siempre le fue esquivo, pero no importa. Hay que saltar y cantar y bailar. Porque el cuerpo está presente, pero la mente no. La mente y el alma de todo Boca está allá. En la Copa. En esa Copa que, se canta a los gritos, «vamos a traer a la Argentina». En esa Libertadores que este jueves tiene un nuevo capítulo, el de la ida de los cuartos de final, en Montevideo con Nacional.
¿Será en el Centenario, como pretenden las autoridades uruguayas o en el Parque Central, como quieren los dirigentes de Nacional? El lunes, en una reunión que se llevará a cabo en el Ministerio del Interior uruguayo, se decidirá este tema que está sobre la mesa de las negociaciones desde que se terminaron los octavos de final.
El clima de fiesta en la Bombonera incluye la presencia del ídolo mayor, Carlos Tevez, jugando con su hijito Lito Junior, quien le convida de su mamadera. Carlitos estuvo el sábado además viendo al equipo de fútbol femenino ante Huracán. La goleada por 4-0 de las chicas de Boca no hizo más que sumar otro eslabón en la cadena de este entusiasmo que genera la Copa. No importa el frío, no importa que ya no haya espacio para seguir luchando por el título local. El tema puntual es Nacional. Y la cuestión de fondo se llama Copa Libertadores.
Y mientras Boca empataba sin goles con Huracán, Nacional jugaba con Racing de Montevideo (se impuso por 1-0) y con nueve titulares en el campo. El jueves, desde las 19.30, el equipo de los Barros Schelotto llevará sus ilusiones del otro lado del Ro de La Plata con varios jugadores a disposición como Rodrigo Bentancur, que ayer entró en el segundo tiempo después de aquel esguince que sufrió frente a Tigre. También a disposición del cuerpo técnico estarán Chávez y Osvaldo, aunque está claro que la base del equipo será la misma que arrancó en la revancha contra Cerro Porteño, acaso con Jara en lugar de Erbes y con Tobio en lugar de Jara. Carrizo ayer finalmente quedó afuera del banco por unas líneas de fiebre, pero también estará disponible.
Por reglamento de Conmebol los clubes están obligados a otorgar 2 mil entradas al visitante en la Copa. Los dirigentes de Nacional ya habían acordado ceder a Boca 2.500 primero y luego se estiraron a 3.500, a un valor de 150 dólares por ticket. Pero todo cambia. O se negocia, al menos. Y lo que antes costaba 150 dólares puede llegar a costar 75 (hoy se definirá también). En cuanto al escenario, si bien los dirigentes uruguayos no quieren saber nada sobre ir al Centenario, el gobierno pretende la modificación por una cuestión de seguridad. Y como para condimentar aún más el cuadro de situación, Boca quiere ir al Centenario, en donde podría contar con varios miles de fieles más, pero sabe que después no podrá devolver la gentileza de ceder muchas más entradas que las reglamentarias en la Bombonera, a la hora de disputar la revancha, porque sus socios lo ocupan todo. En este contexto, Rafael Di Zeo y Mauro Martin, detenidos en Paraguay, esperaban en estas horas quedar en libertad y estar en los cuartos de final, se juegue donde se juegue.
Lo cierto es que esta vez hubo un partido, un empate sin goles, que se jugó al compás de unas pulsaciones atadas a otro escenario. A otro mundo, si se habla pasión.