Felipe tiene 9 años y salió subcampeón de un torneo de pádel de mayores, en dupla con su papá

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Felipe Tufró tiene nueve años y desde los siete que toma clases de pádel, deporte que empezó a practicar de la mano de Willy, su papá. Luego de salir campeones del torneo de padres e hijos, Felipe y Willy se inscribieron al torneo de octava categoría de mayores y llegaron hasta la final. En diálogo con ABC, la joven promesa del pádel saladillense contó la experiencia de enfrentar a rivales de categoría y de jugar con su papá, y habló de sus fortalezas, gustos y sueños: además, contó que luego del subcampeonato “pagamos los gastos y me quedé con el resto del premio”.

En principio, Felipe contó que tuvo la iniciativa de participar con su papá en este torneo, en su primera experiencia en competencia de mayores: “Quería saber cómo estábamos, y le pregunté si se quería anotar”. A propósito de las estrategias de juego que implementaron para el torneo, Felipe detalló: “Había uno que jugaba mejor y otro peor, entonces tratábamos de evitar jugarle al más bueno porque nos iba a matar a pelotazos. En torneos me tiran fuerte, en los turnos no, pero en las finales por el campeonato que lo importante es ganar, me la tiran más fuerte”.

Willy cuenta siente tranquilidad al jugar con su hijo, a pesar de su corta edad, “porque en realidad la técnica la tiene mucho más él que yo. En muchos campeonatos que yo juego, él viene y me dice dos o tres cuestiones para mejorar, porque técnicamente lo ve mejor que yo al pádel, que estoy acostumbrado a pegarle y correr atrás de la pelotita. Es tan chiquito que absorbe todo, lo que queremos es que siga aprendiendo con este entusiasmo que tiene: de hecho, al día siguiente de la final le mandó un mensaje al profesor pidiéndole tomar tres clases por semana”.

Recordando sus inicios, Felipe expresó: “Le dije a mi papá que quería arrancar pádel, porque yo lo veía jugar a él, y me dice: ‘Bueno, ahora le voy a avisar al profesor’. Así empecé, y ahora voy a jugar por turnos además de ir a clases. Al principio no entendía nada, no sabía cómo se contaban los puntos ni nada. Pero cuando empecé a ir más seguido a ver, fui agarrándole la mano”. Además, el niño cuenta que su golpe clave es la salida de pared, el cual lo fue practicando con dos canastos de pelotitas al finalizar cada clase: “Hace poco lo aprendí porque me parecía que era muy complicado”.

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Willy, en tanto, recuerda que Felipe “empezó agarrando la paleta mía, y acompañándome a jugar, y un día lo invité a que empiece a tomar clases. Sé lo importante que es tomar clases a esta edad: nuestra generación no tuvo esa oportunidad, ahora hay profesores para todo. Así que él empezó a entusiasmarse, y ahora casi que juega como uno grande. De hecho, en la semifinal nuestros rivales nos admitieron que nos jugaban las pelotas a los dos por igual, porque no había diferencias en las respuestas de las pelotas. Así que lo voy a poder acompañar un poco más, nada más”, y además agrega: “Nos parece lindo porque es deporte, y además, es un deporte familiar”.

De todas formas, Willy cuenta entre risas que “renegamos mucho con la mamá, que algunas cosas no nos deja. Cuando no había pandemia, entre el fútbol, pádel, entrenamiento y clases, era mucho. Teníamos un poco de miedo porque hacía tanto deporte que hasta le preguntamos al pediatra si estábamos haciendo bien, porque las clases de Dani son muy intensas. Pero la verdad que respondió muy bien, y la pandemia nos hizo bajar un poco”.

Por último, la joven promesa del futuro –y presente- del pádel saladillense cuenta que su sueño es “ir a jugar con Galán, que es un jugador de pádel español que es el mejor del mundo. Me gustaría jugar con él, sacarme una foto o algo”.