«Doña Ramona, la abuela»

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Son sí, descendientes de Sirio Libaneses, que comenzaron a llegar a nuestro pueblo a principios del siglo XX, y que el 4 de abril de 1926 formaron aquí la “Sociedad Sirio Libanesa de Socorros Mutuos y Obras Benéficas”. Con el tiempo se hicieron uno de nosotros.

 

Ya hemos hablado de Yasem Balleto y su bicicleta, con la que vendía telas de la tienda “La Platense” (1). Don Luis Adolfo Borracer, recuerda en su libro “Saladillo, mi pueblo y su pueblo”, a José Assefd, que desde San Enrique llegaba hasta “La Margarita” con “su tienda ambulante instalda en un enorme carricoche tirado por dos caballos”. Y a José Emilio Caram, peluquero rural, “trayendo desde su tierra natal los sutiles conocimientos de su legendario oficio”.

 

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Hoy vamos a recordar a otra familia de esta colectividad “Sirio Libanesa Saladillense”. Pero lo vamos a hacer desde el lugar de una mujer que debió enfrentar los enormes desafíos de la inmigración. Esta es la historia de Doña Ramona Jorge de Salomón, la abuela del hombre que hoy ocupa el cargo de Intendente en Saladillo.

Doña Ramona y su primer bisnieta

Nieto de Doña Ramona – Intendente Municipal de Saladillo

 

Jorge Farah vivía en Derya, en la provincia de Batroun, en el Líbano. Junto a su esposa Lucía, fueron padres de Antonio y Ramona, esta última nacida el 1 de diciembre de 1902. La vida en el Líbano era muy difícil, debido al permanente conflicto con Turquía. Por esta razón Jorge decide buscar nuevos rumbos y como solía ocurrir con muchos inmigrantes, partió solo para buscar trabajo y establecerse, dejando a su esposa con sus pequeños hijos.

 

Fue así como llegó a la Argentina en 1906, radicándose en Saladillo, donde trabajó duro con el único objetivo de poder traer a su familia. Recién cinco años después logró comprar los pasajes y le escribió a Lucía para que se venga.

 

Tras la prolongada travesía oceánica, Lucía llegó a Buenos Aires con sus valijas y Antonio y Ramona de la mano. En un país lejano, con costumbres y un idioma desconocido, todo lo que traía era un papelito con la siguiente referencia: “Abraham Atanasios – Saladillo – Ferrocarril del Sud”. A todo el que se le acercaba ella le mostraba este papel. Fue así que le indicaron como llegar a la estación del Ferrocarril del Sud y con igual metodología pudo comprar los pasajes hasta Saladillo. Ya en el tren, algunos saladillenses que viajaban le indicaban que conocían a Abraham.

 

Descendió al andén y todos se dirigían hacia al centro del pueblo, pero a ella le señalaron que fuera hacia el otro lado de las vías, al barrio “La 31”, donde su paisano, Abraham Atanasios, tenía un almacén. Al llegar se encontró con gente que entendía su idioma y la alegría fue enorme al encontrarse con su esposo.

 

Contaba don Alejandro Salomón, que el pequeño Antonio, tirando de las polleras de Lucía le preguntó: “¿Emme eda Baie?” (¿Mamá, este es Papá?).

 

La familia Jorge, reunificada, se instaló en aquel barrio de la calla “31 de Julio”. La pequeña Ramona, con dificultad, lentamente, aprendió a hablar en castellano y el destino quiso que al año siguiente se inaugurase una nueva escuela en aquel barrio, en la quinta de Domínguez, junto al carretero. Fue así que Ramona formó parte del grupo de primeros alumnos de la Escuela Nº 2. Allí mejoró su manejo del idioma y también aprendió a leer y escribir.

 

Escuela Nº 2

Antiguo edificio de la Escuela Nº 2 dónde estudió Doña Ramona

 

Cuando cumplió 13 años y con una preparación que hoy puede parecer poca, pero que en aquella época era significativa, dejó la escuela para ayudar a su familia trabajando. ¡Y nuevamente el desarraigo! Debió trasladarse a Lobos para cuidar a los hijos de otra familia del Líbano.

 

Nuevamente en Saladillo, y cuando tenía apenas 16 años, algo frecuente también en aquellos tiempos, Ramona se casó con otro inmigrante procedente de Derya, don Antonio Salomón.

 

Antonio era acopiador y vivieron en una humilde vivienda de la esquina del camino de acceso al pueblo, la que más tarde habría de llamarse Frocham y su intersección con Bartolomé Mitre. El trabajo dio sus frutos y años más tarde pudieron comprar una importante fracción de terreno en Rivadavia y Frocham.

 

En le esquina misma levantaron un local, en el que en 1926, Ramona abrió un almacén. Para la gente del barrio del “Apeadero”, este era simplemente el almacén de “Doña Ramona”.

 

Almacèn de Doña Ramona

Viejo edificio donde funcionó el «Almacén de Doña Ramona»

 

Sus hijos Julio y Alejandro, continuaron con el emprendimiento, hasta que en 1961 decidieron reformularlo convirtiéndolo en una empresa de transportes. Nacía de este modo “Transportes Doña Ramona”.

 

Nada podía amedrentar a estos «Turcos» descendientes de un linaje hecho para el sacrificio. Miles de kilómetros sobre la ruta y largas horas de espera para descargar en el puerto. Y la empresa prosperó y hoy Alejandro Salomón (hijo) sigue al frente de esa flota de camiones que recuerda el nombre de su abuela.

 

Alejandro Salomón en el puerto

Alejandro Salomón y Alejandro Salomón (h) en el puerto

Fotografía de la página www.donaramona.com.ar

 

Doña Ramona falleció el 24 de agosto de 1980, pero nos ha dejado una descendencia de Sirio Libaneses, que se multiplica en numerosos hijos, nietos y bisnietos.

Alejandro Salomón en el puerto

“Transporte Doña Ramona” es una de las empresas que enorgullece al comercio saladillense y dos de sus nietos han sido figuras destacadas de la dirigencia política contemporánea de Saladillo: Daniel Salomón, fue el alma del Centro Universitario Regional Saladillo (CURS) y un dirigente coherente con sus convicciones, cuya vida se truncó tempranamente en un accidente automovilístico; y José Luis Salomón, quién desde diciembre de 2015 es nuestro Intendente Municipal.

 

 

José Luis Salomón

 

Daniel Salomón

Nieto de Doña Ramona – Dirigente de Nuevo Encuentro

Fallecido el 15/07/2015

Daniel Salomón

(1) http://historiasaladillo.com.ar/hs/2016/03/yasem-balleto-y-su-bicicleta/

 

Escuela Nº 2

 

Fuente: Historia Saladillo