ECOS de Saladillo se opone al acuerdo con China por las megagranjas porcinas: “Son un caldo de cultivo para futuras pandemias”

Foto: archivo. Grupo ECOS
- Publicidad -

ABC Saladillo habló con Gabriel Arisnabarreta, parte de grupo ambientalista ECOS de Saladillo, para consultar sobre el acuerdo por la creación de megagranjas porcinas en Argentina para exportar a China, el cual iba a firmarse el 1 de septiembre y se postergó hasta noviembre por la presión social que se generó. “Nos preocupa y mucho que solo se hable de las consecuencias de la actual pandemia y no haya nada de tiempo para detenerse en sus causas”, aseguró Gabriel, quien además analizó cómo podría llegar a repercutir en Saladillo y cuestionó el concepto de ‘soberanía alimentaria’ que propone la clase política. A continuación, la nota completa:

¿De qué se trata el acuerdo con China para la instalación de megagranjas?

Se iniciaron conversaciones entre los gobiernos de Argentina y China, con el objeto de instalar un sistema de megagranjas porcinas en nuestro país, para paliar su déficit en carne porcina y así abastecer así a la superpotencia china. Hace dos años, China sufrió un fuerte brote de Peste Porcina Africana (PPA, o G4EAH1N1) que fue altamente contagioso y afectó severamente al ganado porcino criado en China. Por esta razón y para evitar que se siga propagando, el gobierno chino tuvo que hacer desaparecer a una cantidad enorme de porcinos. Se habla de 180 a 250 millones de cerdos que tuvieron que ser sacrificados para intentar contener la enfermedad. Poco tiempo después, la Organización Mundial de La Salud advirtió que dicho virus podría mutar y ser altamente contagioso para los humanos, y resaltó además que en los últimos tiempos numerosas zoonosis azotaron a la humanidad (Ébola, gripe aviar, Sars, gripe porcina).

En primer lugar hay que destacar que estas conversaciones se mantuvieron en secreto, sin participación alguna del pueblo ni tampoco de sus representantes. Fue manejado exclusivamente por Cancillería y el Ministerio de Agricultura de La Nación. No intervino nunca el Ministerio de Ambiente. En un primer momento se habló de 9 millones de toneladas de carne, luego que comenzaron las protestas contra el acuerdo, Cancillería se rectificó y dijo que se trataba de 900.000 toneladas de carne (un cero menos) y de 25 megagranjas porcinas con 12.000 madres cada una. Todo ya era poco serio…

- Publicidad -

El colmo de lo grotesco fue cuando estando a punto de firmarse el acuerdo el 1 de septiembre y después de numerosas declaraciones de funcionarios públicos que defendían este proyecto, sosteniendo que el daño ambiental era absolutamente controlable, se anuncia que se atrasa el acuerdo hasta noviembre para incorporar un artículo donde se asegura que se cumplirán con todas las leyes ambientales. Es decir que hasta ese momento el tema ambiental, tan importante siempre y en particular ahora por los antecedentes de las enfermedades en China ya citados como por la actual pandemia, no había sido considerado ni por Argentina ni por China… no estaba contemplado en el preacuerdo. Parece que lo esencial era concretar el negocio y no preservar la salud y el ambiente de lxs argentinxs. Realmente vergonzoso desde todo punto de vista.

¿Por qué los grupos ambientalistas se oponen?

Las organizaciones socioambientales nos oponemos a este proyecto y vamos a trabajar y militar para  que no se firme nunca, porque en primer lugar tanto la ganadería intensiva como el agronegocio se mencionan en diversos trabajos científicos como causas probables o por lo menos tener nexos estrechos con los orígenes de la actual Pandemia del Covid 19. Además dicho proyecto de megagranjas, atenta contra nuestra soberanía alimentaria, esas megagranjas son un caldo de cultivo para futuras pandemias (lo dicen numerosos científicos e incluso la OMS), atentan contra el bienestar animal, consumen una altísima cantidad de agua (1.500.000 litros por día y por granja), concentran la producción en pocas manos y en grandes empresas y son fuentes de peligros de contaminación de suelo, aire y aguas a través de los efluentes que generan.

La pregunta básica que hay que hacerse es ¿Por qué no lo hace China? ¿Acaso no le interesa generar puestos de trabajo? ¿Acaso no le interesa comprar maíz y soja y darle valor agregado? ¿Por qué quiere que todo eso lo haga Argentina? La respuesta es obvia… ya saben cuáles son los peligros para el ambiente y  la salud, los han experimentado en carne propia, saben que son daños irreversibles y por lo tanto prefieren externalizar esos costos a países como el nuestro.

¿Cómo repercutiría esto en Saladillo?

Si bien se anuncia hasta ahora que dichas fábricas porcinas se instalarían en Centro y Norte del país, no podemos descartar que se intenten colocar en algún momento fuera de dicha zona, incluso en nuestra región. Saladillo, lamentablemente, a pesar de estar en una zona de alto riesgo para la ganadería intensiva, por su topografía, su régimen pluviométrico, la enorme cantidad de cursos de agua y la ubicación de las napas de aguas muy cercanas a la superficie, tiene la triste experiencia de los feedlots y han proliferado los galpones de pollos, gallinas y cerdos.

La ordenanza que reglamenta dichas actividades es muy laxa e incluso en su momento fue vetada parcialmente por el gobierno del intendente Carlos Gorosito que los declaró preexistentes. Para la plana política la ganadería intensiva es preexistente al ambiente, a lxs vecinos y a la salud. Es una idea del progreso que nos ha llevado a la situación actual de la pandemia del Covid 19 y que de mantenerse (de hecho eso es lo que ocurre), es una amenaza concreta para futuras pandemias. Nos preocupa y mucho que solo se hable de las consecuencias de la actual pandemia y no haya nada de tiempo para detenerse en sus causas.

¿Qué otros modos de producción se sugieren como alternativa?

La propuesta distinta que apoyamos es la de  favorecer la producción agroecológica, volver a la chacra mixta, volver a poblar el campo, transformar al campo en productor de alimentos sanos y variados para nuestro pueblo y ofrecer los excedentes para el resto del mundo. Esto es soberanía alimentaria, es decir que Argentina, su pueblo, decide que alimentos producir, como producirlos, quien los produce y para quien. Lo contrario es que venga cualquier potencia mundial a imponernos modelos de producción insustentables que han colapsado en sus propios territorios y que sea negocio sólo para un puñado de grandes empresas y nos dejen a cambio enfermedad, contaminación y territorios saqueados y de sacrificio.