Año nuevo, hábitos nuevos: cambios posibles de implementar para un 2020 más saludable

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Ingredientescostumbres y recetas recomendadas por los nutricionistas para acercarse a una alimentación consciente.

Las acciones y costumbres más simples influyen en nuestro bienestar y algunos pequeños ajustes pueden dar resultados positivos. El inicio, sugieren los nutricionistas, es identificar cuáles son los hábitos que convendría modificar y poner en marcha un plan a medida.

“Afortunadamente, los hábitos no son conductas innatas, si no adquiridas a lo largo de nuestra vida, que requieren de un leve grado de raciocinio y que la mayoría de las veces suceden en forma automática. ¿Por qué decimos afortunadamente? Porque, así como ese hábito fue incorporado, si tenemos ganas, podemos cambiarlo. Porque, como dije antes, no se trata de patrones de conducta heredados”, explica la licenciada en nutrición María José Villanueva, creadora de la cuenta de Instagram Real Nutrición.

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¿Cómo empezar? Los nutricionistas dan algunas pautas.

Prestarnos más atención

“Es fundamental reconocer conscientemente la sensación de hambre y saciedad, como también las emociones. Para elegir con libertad cuándo empezamos a comer y cuándo frenamos, tomando conciencia del momento en que nuestro estómago contiene la cantidad correcta de comida. El adormecimiento de las papilas gustativas también comunican la saciedad. Entonces, ¿por qué seguir comiendo si ya no estoy disfrutando”, dice Villanueva.

Nuevos ingredientes

“Comenzar a elegir alimentos integrales y con el menor procesamiento posible -que sigan la idea de “de la naturaleza a la mesa”- es crucial. La manipulación industrial y el ingreso de sustitutos químicos hace que se vuelvan más adictivos y dañinos para la salud”, explica Patricia Robiano, licenciada en nutrición y holistic health coach.

Algunos ejemplos: “El azúcar mascabo -es la más natural que se comercializa-, la miel de abeja sin refinamiento -con oligoelementos, aminoácidos, vitaminas y minerales-, la harina integral -de trigo, avena, mijo, almendras, arroz, centeno, tiene cada una sus características especiales y cuentan con las fibras que necesita el organismo-, son algunos de los componentes recomendados”, resume Robiano.

Menos compras en supermercados y más en dietéticas y mercados

Ofrecen el surtido más amplio de cereales, frutos secos, legumbres, semillas, harinas integrales y otras alternativas que suman un plus nutritivo. Una buena acción es ir probando e incorporando nuevos sabores.

Vegetales frescos, infaltables

La medida ideal y fácil de cumplir: “que cada plato contenga vegetales frescos de estación. Es la manera de incorporar vitaminas y minerales, fibras que estimulen el tránsito intestinal y brinden más saciedad”, explica Rocío Runca, licenciada en nutrición y especialista en nutrición natural.

También conviene sumar frutas en el desayuno, la merienda y las colaciones. “La recomendación es ingerir cinco por día”, amplia Runca.

Chau gaseosas y jugos de sobre

El verano es la temporada alta de estas bebidas. “Contienen una gran cantidad de azúcar y aditivos. Se pueden reemplazar por limonadas, aguas saborizadas caseras, jugos de frutas y licuados”, sugiere Runca.

La sal, bajo la lupa

“La Organización Mundial de la Salud aconseja no superar la dosis diaria de cinco gramos por día (una cucharadita del tamaño de té). Pero este dominio escapa a la persona que consume una alta proporción de alimentos industrializados-procesados, ya que tanto los salados como los dulces contienen sal, porque resulta un conservante”, explica Robiano. Las alternativas: “elegir sal marina, de gema o vegetal e incorporar otros condimentos”, completa.