Bares felices: llenos otra vez por el superclásico codificado

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Después de ocho años y siete meses, el superclásico argentino volvió a vivirse en codificado. Y en las calles de Buenos Aires se repitieron las postales previas al Fútbol para Todos: los bares se llenaron de hinchas que querían ver el partido pero que no pagaron el «pack» especial. Más allá del aspecto económico (el servicio adicional cuesta $300), fueron muchos los que eligieron no contratar el producto a modo de «protesta».

«Puedo pagar el servicio adicional, pero no quiero. Estoy en contra de volver a pagar por el fútbol. Además, por qué voy a pagar por todos los partidos si quiero ver a Boca nomás. Prefiero gastar esa plata en una cerveza», sostuvo un simpatizante «xeneize» que se hizo lugar en la barra. Una vez lleno el local, los simpatizantes se quedaron en las veredas para seguir el encuentro desde las ventanas. Dentro, el clásico empezó a palpitarse: durante la salida de los equipos, un hincha se lamentó por la ausencia de visitantes en el Monumental. Cuando comenzó el juego, el lugar estalló en aplausos y vítores. Apenas un par de minutos se habían jugado cuando la pantalla quedó en negro por un problema de señal: fueron unos segundos, pero bastaron para que se levantara un murmullo de nerviosismo. Luego, sí, todos vibraron con un partidazo.

Los bares repletos de gente son, además, un síntoma de que por el momento el fútbol pago no es lo que los dueños de los derechos esperaban. Hasta la semana pasada, sólo había 650.000 abonados (menos del 10% del total de usuarios de cable) y auguraban llegar al millón por el superclásico. Demasiado lejos, de todas formas, de los dos millones que esperan tener para el final del torneo.