El drama de los trapitos: un negocio redondo que se adueñó del futbol y los recitales

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Belik se enojó porque Biasutti no quería pagar por estacionar su auto en la vía pública y arrojó un golpe que noqueó a su díscolo «cliente». Probablemente no haya sido la primera vez que reaccionó de esta manera. A diferencia de otras oportunidades, ahora la escena quedó registrada en una cámara de seguridad y fue reproducida un millar de veces por todos los canales de televisión, lo que generó un fuerte rechazo.

El fenómeno de los «trapitos» no es nuevo. Basta un googleo rápido para encontrar crónicas similares a las de Belik y Biasutti desde hace varios años. Tampoco es novedosa la falta de interés de la clase dirigente argentina para resolver la cuestión. El prontuario del detenido de San Martín entrega algunas pistas sobre los motivos.

Belik tiene 29 años. Hace cinco que es empleado público. Tras el escándalo, en las redes sociales afloraron fotos que lo muestran en actos políticos. Además, hay versiones que lo ligan a una barra de fútbol. ¿Por qué habría de ser perseguido entonces por un sistema que necesita de este tipo de personajes?

 

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El negocio es suculento. Por ejemplo, la mayoría de los «trapitos» que trabajan en la Ciudad de Buenos Aires están organizados. Responden a barras de fútbol y bandas mafiosas que controlan distintos barrios.

En zonas de bares y restaurantes como Palermo y Las Cañitas, la tarifa mínima para estacionar sin tener los mismos problemas que padeció Leonel ronda los 40 pesos. En los estadios de fútbol los días de partido el precio se multiplica por dos. Y en los recitales se triplica. Una regla de tres simple permite conjeturar cuánto facturan en una noche o en una tarde; millones.

Durante la campaña 2015, el jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, aseguró que no tenía herramientas legales para avanzar contra los cuidacoches pese a que la Capital ya contaba con su policía propia. Su bloque intentó en cuatro oportunidades aprobar una ley para regular la situación, pero no logró consenso. Este año presentarán nuevamente el proyecto, adelantó el diputado Francisco Quintana.

A fines de 2011, el kirchnerismo había logrado los 31 votos necesarios para crear un registro y que los trapitos sólo pudieran recibir una contribución voluntaria por parte de los dueños de los autos, pero el entonces jefe de Gobierno Mauricio Macri lo vetó.
Avenida Niceto Vega, en Palermo, hay autos estacionados en dos y tres filas. Los dueños de los boliches y los trapitos hacen lo que quieren.
@AlertasTransito

El distrito de Pinamar adoptó este año una solución intermedia. El lunes 4 de enero entró en vigencia una ordenanza municipal que sólo les permite cobrar por cuidar coches a las personas que viven en la ciudad desde hace al menos dos años. Los interesados deben cumplir una serie de requisitos y anotarse en un registro.