Las muertes por selfies, un problema de salud pública emergente

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Cada vez con más frecuencia, los aficionados de las redes sociales y la fotografía buscan captar las mejores imágenes para dar prueba de sus experiencias turísticas ignorando las señales de advertencia. Cuáles son las causas de la mayoría de los llamados «killfies» y las medidas que adoptan las agencias responsables de la seguridad pública

Columpios suspendidos sobre volcanes, precipicios y lagos o escaleras en ruinas antiguas son algunos de los escenarios mortales que los destinos más vistosos del mundo tienen para ofrecer.

Todo aquel dueño de un teléfono inteligente probablemente haya tomado una selfie alguna vez y la haya publicado en línea para que otros puedan verlo disfrutando de un momento especial. Cuando lo hace, su atención se concentra en cómo se ve, qué tan genial es el fondo que retrata y la reacción que obtendrá de los espectadores. Quizás no piensa en que ese momento podría ser el último de su vida.

Pero para algunos desafortunados, ese sí ha sido el caso. Según un estudio publicado el año pasado por el Journal of Primary Medicine and Family Care, 259 muertes relacionadas con selfies ocurrieron en todo el mundo durante un período de seis años entre 2011 y 2017. Tres cuartos de los fallecidos eran hombres y un cuarto eran mujeres; la edad promedio fue de 23 años.

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«Las muertes por selfies se han convertido en un importante problema de salud pública», dijo a The Washington Post el autor principal del estudio, Agam Bansal. «Si solo estás de pie-continuó-, simplemente tomándola con una celebridad, no es dañino. Pero si esa selfie se acompaña de un comportamiento riesgoso, eso es lo que las convierte en sumamente peligrosas».

Según explicaron a Infobae expertos de la agencia de viajes Despegar, hoy en día los viajeros viven sus aventuras a través de las redes sociales. «Esta tendencia se acentúa sobre todo en los millennials y centennials, a diferencia de las personas mayores de 45 años que no les gusta compartir tantas fotos de sus viajes en las redes», aseveraron.

Sarah Diefenbach es profesora de psicología en la Universidad Ludwig-Maximilians de Múnich y autora principal del artículo de investigación The Selfie Paradox. Diefenbach sostiene que, de manera extrema o no, los seres humanos tomamos selfies por todo tipo de razones: para comunicarnos con las personas que amamos, para construir autoestima, para curar nuestra propia imagen, para hacer una crónica de nuestras historias personales y, cada vez más, para construir una personalidad.

El problema, dicen los expertos, es lo que sucede dentro de nuestro cerebro mientras lo hacemos. Los psicólogos lo llaman atención selectiva, es decir que nuestro cerebro no puede procesar todos los estímulos que recibe al mismo tiempo, por lo que toma decisiones sobre qué privilegiar y qué ignorar.

Eso es exactamente lo que sucede cuando nos tomamos una selfie: nuestra atención se centra en la cámara y la toma, no en el lugar donde colocamos los pies o lo que nos rodea. Literalmente no tenemos idea de que estamos a punto de bajar de un acantilado o caer sobre una cascada. Dicho de otra manera, no tenemos la intención de participar en comportamientos riesgosos; simplemente no nos damos cuenta de lo que estamos haciendo hasta que es demasiado tarde.

India, escenario de la mitad de las muertes y accidentes por selfies

Investigadores del Instituto de Ciencias Médicas de All India descubrieron que aproximadamente la mitad de las 259 muertes y accidentes de selfies ocurrieron en India. La mayoría de los llamados «killfies» que los investigadores identificaron fueron causados ​​por ahogamiento, por ser atropellados por un tren o automóvil, o por caídas desde una gran altura.

Sin embargo, el número total de muertes en realidad podría ser mucho mayor, ya que muchos casos no se informan y la «muerte por selfie» no se reconoce como una causa oficial. El Ministerio de Turismo de la India solicitó a los estados que identificaran y cerraran las «áreas de peligro para selfies», su primer intento nacional para lidiar con las muertes de selfies. La policía de Mumbai identificó al menos 16 zonas de peligro.

Por su parte, el Servicio Forestal de los Estados Unidos, emitió advertencias contra tomar selfies con osos de fondo, y se ha pedido a los visitantes del Parque Nacional de Yellowstone que se comprometan a tomarse selfies con precaución. El estado de Wisconsin alienta a los viajeros a aprovechar las decenas de «puestos de selfies» ubicados en lugares pintorescos de todo el estado.

En abril de este año, el Servicio de Parques Nacionales estadounidense designó un «Día de Selfie en el Parque Seguro» para crear conciencia sobre el tema. También crearon una página en línea sobre las recomendaciones a la hora de tomar fotos de la naturaleza y la vida silvestre.

Desde 2014, Pamplona, ​​España, donde miles de personas que se toman selfies sufren lesiones severas en la carrera anual de los toros, ha aprobado medidas que hacen ilegal tomar videos o fotografías en el evento; los infractores pueden ser responsables de multas de hasta 4100 dólares.

En el pintoresco pero peligroso acantilado de Sídney, Diamond Head Bay, los turistas ignoran las señales de advertencia instaladas por las autoridades (Shutterstock)

En el pintoresco pero peligroso acantilado de Sídney, Diamond Head Bay, los turistas ignoran las señales de advertencia instaladas por las autoridades (Shutterstock)

En el pintoresco pero peligroso acantilado de Sídney, Diamond Bay, los turistas ignoran las señales de advertencia instaladas por las autoridades. Los viajeros desobedientes adoptan poses extremas para tomar la foto perfecta de Instagram, a pesar de numerosas advertencias y un accidente mortal que tuvo lugar hace menos de dos semanas.

Una mujer de 27 años cuya identidad no ha sido revelada cayó del borde de un acantilado cerca de Sídney, Australia, por la mañana del 17 de agosto y perdió la vida. La mujer «estaba tratando de tomarse una foto cerca del borde», según los testigos presentes en el lugar.

Solo unas horas más tarde, aparecieron en las redes sociales varias fotos de turistas que visitaban el mismo lugar, al que solo se puede acceder saltando sobre una cerca de alambre marcada con señales de advertencia.

En junio de este año, el consejo comunitario de Waverley acordó instalar un sistema de cámaras de vigilancia, barreras, señalización multilingüe y aumentar la patrulla de guardabosques de fin de semana para desalentar a los posibles visitantes al lugar. «Existe una preocupación continua y justificable de que los visitantes se pongan en peligro irresponsablemente a sí mismos y a los demás al cruzar las cercas y posicionarse en el borde del acantilado», señalan en un comunicado.

Incluso cuando se toman en entornos familiares, por ejemplo, en una piscina en el patio trasero o en un sendero plano en el bosque, las selfies pueden absorber tanto la atención de quien la saca que se pierde lo que sucede a su alrededor. Es imposible registrar cada detalle de la vida diaria, por supuesto, pero a los expertos les preocupa que, con demasiada frecuencia, la búsqueda de la selfie perfecta se convierta en un fin en sí mismo, y la experiencia que la selfie debe registrar recibe menos atención.

Como medida para disminuir la incidencia de muertes relacionadas con selfies se deben declarar «áreas libres de selfies» en las regiones turísticas, especialmente en lugares como los acantilados, picos de montañas y edificios altos.