Anoche, fui destacada por Grassi Producciones y Alvearya por la publicación de mi libro Trabajos Rurales. No es fácil, explicar en pocas palabras tanto trabajo y esfuerzo cuando, en realidad, en este caso, no es solo mío. Trabajos Rurales, es una recopilación de fotos de Alvear, con testimonios de trabajadores alvearenses que narran historias de trabajo en el campo, en contacto con la tierra, con los animales.
Siempre se preguntan a los escritores el por qué de su trabajo y quiero tratar de explicar cómo es que me gustan tanto las historias.
Cuando estudiaba en Tandil y era miembro del Club de Narradores había unos viejitos y otros no tanto que realmente amaba… Contaban historias de tal manera que yo hasta dejaba de respirar y podía remontarme a otros tiempos y lugares…
Después fui titiritera y viajando con el grupo de mis alumnos del Teatro de Títeres, fuimos contando y escuchando historias… Conocimos a contadores de cuentos casi irreales que con miradas, con gestos, con muñecos o sin ellos, nos hicieron viajar en el tiempo con solo la palabra.
Las fotos y las historias que cuentan los alvearenses, la esencia de Trabajos Rurales, me apuraron a intentar publicarlas para que no se olvidaran de esos otros tiempos y lugares, y así como yo, pudieran disfrutarlas los actuales y futuros hijos de General Alvear. Así pasé de narradora, a titiritera, de titiritera a cantora de canciones, de cantora a escritora… Dejé de ser la Sra. Lis que canta a “la que escribe”.
Nadie escribe sólo para sí mismo… El proceso se completa cuando alguien lee o escucha. Yo no estoy sola, estoy con mis lectores, los narradores y los oyentes.
Es como las brasas de una fogata. Juntas brillan y dan calor pero si de repente, una de las brasas se retira de las demás, en poco tiempo su luz se va apagando y en un rato nomás, aparece como una piedra oscura y vacía. Pero si la acercamos otra vez a las otras, de inmediato su luz regresa y aún más brillante que antes, alimentada por la luz y el calor de los que están entorno suyo.
Eso es lo que yo siento. No soy más que una bracita que a veces brilla gracias a los que me rodean, a los que me acercan sus fotos e historias, a los escuchan o leen mis escritos… A los que golpean la puerta de mi casa y se llevan no uno, sino unos cuantos libros. Estoy convencida que en ésto, soy parte de la llama y lejos de mi pueblo pierdo todo el brillo.
Y la necesidad de devolver tanto, es que me lleva a seguir publicando sus historias en los medios de comunicación, y llegar a los lectores y a los oyentes a través de los locutores que le prestan su voz a mis escritos y les dan vida.
Quiero agradecer de corazón a todos los que me cuentan sus historias y también a los que las publican en los diarios, en la radio, en la televisión… Agradezco este reconocimiento a Grassi Producciones y Alvearya y en nombre de ellos, a todos los locutores y responsables de los medios de comunicación locales y regionales por cederme los espacios dándome la posibilidad de volver hasta las casas de la gente de mi pueblo.
Principalmente a los Comunicadores de Alvear: Mary Bavestrello, Juan Godoy, Marcelo Rojo, Raúl Ríos, José y Fabián Díaz, Rafael Pato Torres, y por supuesto a Alfredo Espino de Alvearya por su constantes comentarios alentadores, el grande Juan José Pachi Guillén por su apoyo incondicional y a Juan José Grassi por su mirada atenta y reflexiva.
Gracias por ser todos juntos pequeñas bracitas de una hoguera que brilla y da calor a los sueños de un pueblo que se asienta en el Trabajo del Campo de sus mayores, que valora el esfuerzo realizado y se proyecta con fuerza y luz hacia el futuro.