Madres rurales por Lis Solé

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En la escalinata de la ex Estancia del Marqués de Olaso, posan en 1963. En la foto se ven a Elba “Cota” Campomenosi de Copla, Aurora Estévez, Norma Córdoba, María Isabel Copla, Susana Campomenosi, Élida Córdoba, Silvia Febe Martín, Nélida Beatriz “Chiquita” Copla, la sra Langoni de Merino, Josefina Gurbista de Villamarín, Rita “Chichí” Yaquinta, Febe Lafuente de Martín, Teresa Martín de Lafuente, la sra. de Amaranto Franceschini, Mercedes Preve. Un solo varón, Pablito Yaquinta. Mujeres y madres rurales…

Susana recuerda con emoción esos años, y describe los vestidos que cosían su hermana y su cuñada. Años de unión, de familia completa… Norma Amanda Pellicero, docente de la Escuela N 15 de la Colonia por más de veinte años, cuenta que las mujeres en el campo trabajaban a la par de los hombres en lo que fuera. Si había una facturada de cerdo, los hombres faenaban al animal, pero ellas participaban en todo: cortar la carne, preparar las achuras, hacer los chorizos.

En las fotografías de los eventos más importantes no se ven. Se lo he preguntado a las mujeres rurales de las colonias San Salvador del Valle y Fortín Esperanza y ellas me han respondido que “estaban trabajando en el campo”: montaban a caballo, separaban animales, se ponían la pechera del arado mancera o manejaban el tractor. Para ellas no había respiro: las mujeres criaban a sus hijos, mantenían su casa, hacían la comida para familias muy numerosas, pasteles y tortas, lavaban la ropa, planchaban, zurcían y cosían. Nada se compraba…

Cuando fueron los colonos, primero construyeron el galpón, y en una pequeña esquinita, “la casa” para la mujer y los hijos. Pocos se ubicaron en algunos puestos ya  construidos, hombres solos vivieron en carpas de chapas o lonas. Pero después fueron ellas y se adaptaron a todo. Cierto es que la valoración de la mujer también dependía de las familias, de la crianza, del poder adquisitivo… Sin embargo es muy difícil que se hable de ellas y menos que esté escrito y valorizado su participación y trabajo.

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Licha Restagno todavía ve cómo su mamá hacía la quinta de a caballo con el arado mancera sembrando papas y zapallos. La mujeres eran las que generalmente se ocupaban de ordeñar y para eso, había que levantarse a las cuatro de la mañana, debían cuidar a los hijos más pequeños, los que no iban al campo con el papá, y de todos los animales: pollos, patos, pavos y gansos para asegurar la comida de la familia o comercializar en el pueblo.

Los tiempos han cambiado pero no la esencia de la mujer y madre…  Con gran amor propio, y aún solas,  arremeten furiosas así sea contra molinos de viento luchando por defender la felicidad con valor, con sinceridad, con confianza y con respeto por sí mismas ante todo.

Nota: Agradezco especialmente a Cota y Susana Campomenosi por acercarme la foto y sus recuerdos.