Sortear la pandemia y sobrevivir a ella aún pobres

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Impuesto a la riqueza

María Mancini – Concejal Frente de Todos

Por desconocida, por impredecible, la Coronavirus nos ha invadido ocupando y exigiendo la transformación de todo lo que hace a la vida humana. Ha interpelado, cada una de las facetas de nuestra especie, generando como mínimo una gran incomodidad, de allí en más, innumerables sensaciones y sentimientos, porque la vida se nos presenta nada mas y nada menos que de una manera absolutamente diferente, impensada. En apariencia la gran discusión está dada entre la salud y la economía, que indudablemente confrontan al tratar de darle una respuesta rápida y lo mas acertada posible a esta enfermedad. No obstante, la vida de hoy y la vida que vendrá exige cambios, podremos tomar como mas palpable, la educación que enfrenta un cambio cultural sin precedentes. A repensar tiempos y espacios educativos, practicas pedagógicas y formas de producción del conocimiento, muy alejadas de lo tradicional. El teletrabajo, la redefinición en las relaciones laborales, contractuales, la adaptación de organismos del Estado y actividades privadas a brindar servicios esenciales desde otra lógica. Así podríamos seguir enumerando las cuestiones que diariamente nos interpelan hoy para este “estar en el mundo”.

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Pero centrándonos en el gran dilema de sortear la pandemia y sobrevivir a ella aún pobres, o preservar la lógica económica que ha dominado el mundo capitalista aún a sabiendas, que eso puede significar la perdida de más vidas. En ello estamos hoy, y en ello cada uno de los estados se debaten en resolver como atender y obtener recursos, no solo de atención médica, sino además para las necesidades de quienes han quedado fuera de cualquier tipo de actividad económica y otros que si bien la preservan está sumamente dañada, y por otra parte el sostenimiento del funcionamiento del estado que va más allá de la Salud.

La pandemia de la COVID 19 y su impacto negativo en el nivel de actividad mundial aceleró el debate sobre reformas en el modelo económico, la distribución de los ingresos y los sistemas tributarios globales, y en ello definir y establecer “impuestos a la riqueza». Entender la necesidad de gobiernos con roles activos en la economía y la redistribución de la riqueza, escapando esto a las lógicas definitorias de gobiernos de distintas bases ideológicas.

En nuestro país los Diputados del Frente de Todos están trabajando en un  proyecto que propone crear un impuesto extraordinario sobre los patrimonios más altos en el marco de la pandemia de coronavirus​, buscando  solo gravar las grandes riquezas, dejando fuera los sectores comúnmente castigados por recortes en épocas de crisis en nuestro país como han sido los  sectores de la clase media. Se trata de recurrir a un impuesto extraordinario con un fin determinado para aquellos que efectivamente tienen riqueza acumulada y que no alteraría su condición porque hagan un aporte extraordinario en esa dirección.

No es la primera vez que ante situaciones excepcionales se recurre a ello. Hoy lejanos en el tiempo, quienes fueron los hacedores de nuestra Patria y nuestra independencia, por ejemplo, recurrieron a los llamados empréstitos forzosos, por lo que fue varias veces señalado Martín Miguel de Güemes, fondos destinados generalmente al pago de las tropas en la guerra de la Independencia. Así durante su gobierno, los habitantes de Salta y Jujuy debieron someterse a las exigencias de estos empréstitos, en los que se le establecía la suma correspondiente a cada persona. La premisa principal era que la gente más pobre, que llevaba la peor parte en la guerra contra los realistas, pudiese disponer de un mínimo, que quizá les sobrace a muchas de las personas denominadas como pudientes. En el mismo sentido San Martin, recurrió a contribuciones directas, empréstitos forzosos, multas en dinero o materias primas, castigo en horas de trabajo, expropiaciones y, también, un novedoso impuesto a la riqueza. Estableció así un impuesto de 4 reales por cada 1.000 pesos de capital individual, según declaración jurada presentada ante el Cabildo, llegando a significar en un semestre un ingreso fiscal de 13.431 pesos, suficiente, por ejemplo, para pagar un mes de sueldos de las tropas. Así pudo costear la campaña de liberación americana.

Situaciones excepcionales, soluciones excepcionales.

En mas de una oportunidad durante el siglo XX y XXI, la clase media de nuestro país se vio afectada por profundos recortes forzosos a sus ingresos y a su capital, impacto que se derivó consecuentemente en los sectores mas pobres. Así el empréstito 9 de Julio de Alsogaray, el Rodrigazo, el Plan Bonex 89, la Ley de Convertibilidad de Cavallo – Menen, el Megacanje, el Blindaje con de la Rúa con el corolario del Corralito de Cavallo, incluyendo el recorte del 13% de jubilaciones salarios de empleados públicos, y todos los procesos hiperinflacionarios vividos en tiempos de Alfonsín y Menen, la Ley de Emergencia Económica de Duhalde, y tantas medidas en las que los recursos para paliar las crisis económicas salieron de los no ricos.

Hoy la idea es crear un impuesto que sea progresivo, tratando de escalonar a los contribuyentes en tramos, según su patrimonio, que podría partir de los 3 millones de dólares y llegar hasta los 500 millones. Lo que podría generar un ingreso para el Estado Nacional de 3000 millones de dólares.

La diferencia de esta pandemia frente a cualquier catástrofe anterior ya sea pestes, guerras, fenómenos naturales como, tsunamis o sismos, es que «volver a la normalidad» no deberá pensarse en continuar con lo que existía antes. Sino exigirá profundos cambios, tanto en la manera de como de relacionarnos y construir lazos sociales, como interactuar con la naturaleza, como pensar y gestionar los estados, e indefectiblemente de los términos económicos que rijan el mundo.