Ventanas rotas: cultura degradada

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Algunos teóricos de la prevención del delito, podrán argumentar que por ahí ocurren estos hechos porque la sede se encuentra en un lugar geográfico desprotegido (teoría del espacio defendible), o que a la hora de la madrugada (donde ocurrió el hecho) no haya personas circulando por el lugar (teoría de los ojos en la calle). Posturas que pueden ser válidas para explicar por qué el hecho ocurrió ahí, pero no porque él o los infractores tomaron la decisión de hacerlo.
Una de las maneras de evaluar el grado del desarrollo de la cultura (en el sentido más amplio de la palabra,) en una sociedad, es por la calidad y belleza de los espacios públicos. Por lo que los vidrios rotos del CURS, los baños vandalizados de la terminal y los grafitis en los establecimientos escolares, para poner algunos ejemplos, son un fracaso de nuestra sociedad en su conjunto. Un fracaso que contiene una doble paradoja: la piedra utilizada para romper los cristales se transforma en una especie de boomerang, ya que por un lado se está destruyendo un espacio que el propio infractor podría utilizar, y por otro, los recursos con los que se enmiendan las roturas, al fin y al cabo salen del bolsillo de él, de sus familiares, de sus vecinos, etc, porque al ser un espacio público los pagamos entre todos. Algo tan básico, que se tendría que machacar cada día más en todos nuestros ámbitos.
Ahora bien, ¿Cómo hacemos para concientizar sobre el cuidado de la “cosa pública”?, seguramente todos coincidamos en un concepto que ya parece un poco trillado: la educación. Pero ¿Cómo?, particularmente creo que en primer lugar, hay que informar en distintos ámbitos de manera muy concreta y de forma conjunta, con qué recursos se realizan y se mantienen las distintas obras de la vía pública, para “hacer parte” a todos los ciudadanos y que no se sientan ajenos. Por otro lado, propongo la creación de distintos voluntariados en los establecimientos educativos y en las entidades intermedias que trabajen con niños y jóvenes, que puedan ser capaces de refaccionar y embellecer algún lugar de la vía pública de manera continua, pero esta vez no como infracción o derecho restitutivo, sino para que internalicen, que el salto de ser un “individuo” a ser un “ciudadano”, conlleva esfuerzo y una gran responsabilidad.
El desafío es que todos, desde nuestro humilde lugar, contribuyamos a formar “ciudadanos” que entiendan, que si rompemos algo nos sale más caro, no solo desde lo económico, sino también desde lo social, porque le negamos a “otro” la posibilidad de utilizar de manera adecuada un servicio, un espacio de esparcimiento, un establecimiento educativo, en fin, el desarrollo de su vida normal, que se arregla con varias dosis de solidaridad.
Manuel Cisneros Concejal UCR en Cambiemos Saladillo