La emoción y lo vivido en aciagos días cuan do un centenar de familias entre ellas las mías perdían la fuente de trabajo y después de años de labor se quedaban con las manos vacías y la tristeza que genera la perdida de el quiebre de una fabrica.
El molino en un tiempo fue un fantasma vacío de voces y de sonido de máquinas. Hasta que un día este diputado tomo cartas en el asunto e hizo lo que debe hacer cualquier legislador que se precie de ser el referente de quienes lo elegimos para defender y legislar nuestros derechos camino pasillos, se reunió en interminables charlas con un solo fin conseguir la reapertura del Molino Sicsa, fui testigo y participe de esta lucha hasta que llego el gran día el quieto molino nos volvía a acompañar con el ruido del trabajo y las voces de los obreros que en el mientras tanto se habían convertido en albañiles, jardineros, plomeros etc para seguir aportando a sus hogares.
Gracias Ricardo Lissalde en el nombre de la Familia Molinera, en nombre de mi familia y en el mío propio porque como nadie sabes lo que significo y significa tu esfuerzo, tu tesón, tu garra y la impronta que le das a todo cuando de trabajo se trata