La ministra que sueña ser presidenta de Boca y cree en la economía subordinada a la política

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En la primera entrevista que dio luego de quedar a cargo del ministerio de Economía bonaerense, Silvina Batakis mostró en La Tecla su pasión xeneize, sus gustos personales, el apego a las cosas sencillas de la vida y cómo la economía debe apegarse al ritmo de gestión que le imprime quien conduce el Gobierno.

“Queremos hacer una nota sobre la estructura del Presupuesto”, le propusimos con una compañera en 2011 al por entonces ministro de Economía de la Provincia, Alejandro Arlía. “Le voy a decir a La Griega que los atienda, ella es la que hace los presupuestos”, nos respondió. Silvina Batakis nos recibió dos días después en el primer piso del palacio de Hacienda provincial y con paciencia y didáctica de maestra explicó todo el Presupuesto 2012, que había elaborado y que luego le tocó en suerte ejecutar, porque Daniel Scioli la designó ministra de Economía para su segundo mandato.

Desde allí fue siempre una referencia y una consulta obligada en términos económicos. A veces accedió a notas, otras prefirió mantenerse al margen, pero nunca dejó de responder con suma amabilidad. Hasta cuando se negó a referirse a algún tema explicó el porqué. El mate, su inseparable compañero de todo momento, acompañó largas charlas en el amplio despacho del ministerio de Economía. A su simpleza para explicar los vericuetos fiscales siempre la acompañó con la profunda convicción de que la doctrina peronista era la acertada para conducir el camino económico y político. Una pasión, el peronismo, a la que llegó por influencia de su madre.

La otra pasión, Boca Juniors, inculcada por su padre, también nos llevaba algunos minutos de la charla, ambos movidos por el mismo sentimiento hacia el club de la Ribera. Siempre satisfecha por los resultados del equipo, en aquellos años se mostraba crítica de la gestión del macrismo al frente de la institución. 

Pocos días después que asumiera como ministra le propuse hacer una entrevista. “Descontracturada, de verano, para hablar de cosas de la vida y no tanto de números”, le anticipé. “Dale, no hay problema”, respondió. La nota la hicimos en un bar de La Plata. Llegó con una remera negra con la inscripción “Pura pasión” en letras blancas y el escudo de Boca, babucha y zapatillas negras. Confesó que, por cábala, era la ropa que llevaba siempre a la cancha. 

En esa entrevista de hace diez años (que se comparte completa al pie de esta nota), Batakis todavía no soñaba con llegar a la máxima responsabilidad económica del país, pero ya confesaba un sueño que hasta ahora no ha hecho realidad, pero que su exposición pública a partir de este momento puede acercar: “Ser la presidenta de Boca sería re lindo”, dijo. Y completó: “Por ahí es un sueño pero no un deseo. No me parece que pueda llegar a cumplirse. Y también me parece que es un mundo muy machista; igual, no se me ocurriría que por ser un mundo machista y se presentara una mujer se perdieran votos”.

Contó como hizo a Daniel Scioli socio de Boca, confesó haber llorado alguna vez en la cancha y tuvo una definición contundente acerca de su posición ante el feminismo. Es una defensora a ultranza de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, pero en aquella entrevista publicada el 5 de enero de 2012, ante la pregunta de si era feminista, respondió: “No. En Argentina creo que todos estamos criados en una sociedad semimachista, si se quiere. Yo respeto mucho el tema de los caballeros; me gusta que me abran la puerta, me regalen flores, y ni en pedo pagar la cuenta. Esas cosas me gustan”.

Como casi todos los economistas es cuidadosa de sus finanzas, y como casi ninguna mujer del ámbito público es desestructurada con la vestimenta, aunque se declara fanática de los vestidos. “No me gusta maquillarme, así que no pierdo mucho tiempo con eso que por ahí a los hombres les disgusta de las mujeres”, comentó. 

Aquella entrevista fue la primera que dio como ministra de Economía sin saber aún que tendría en su haber un récord que muy pocos responsables de hacienda alcanzan: estar los cuatro años del mandato del Gobernador al frente de la cartera. Hubo espacio, por supuesto, para hablar de la gestión que se iniciaba. Había conseguido una prórroga por parte de la Nación de la deuda que la Provincia debía pagarle al fisco nacional y eso la tranquilizaba. Ahora deberá lidiar con los bonos en pesos, la deuda del Club de París, y el cumplimiento de las metas del acuerdo con el FMI, actores mucho más díscolos que un gobierno central del mismo palo político. Aunque La Griega supo lidiar con el rigor de las desavenencias internas del siempre convulsionado peronismo. 

Por entonces, el ministro de Economía de Cristina Fernández era Hernán Lorenzino, y la Presidenta no estaba enojada con el Gobernador. Por eso, Batakis declaraba que “con el Gobierno nacional coordinamos siempre, y la plata siempre llega”. Sin embargo el escenario cambió meses después y Scioli debió afrontar en aquel 2012 la mayor crisis que tuvo su gobierno al no poder cumplir en tiempo y forma con el medio aguinaldo de junio. 
Nació en Tierra del Fuego, de descendencia griega por parte de padre y alemana por parte de madre. Pero las costumbres griegas y los gustos por ese país europeo la acompañan desde la infancia. Tanto que envió a su hijo Mateo a una escuela de la comunidad griega, su libro preferido es “Carta al Greco” de Nikos Kazantzakis, se divierte mucho cada vez que ve “Mi gran casamiento griego”, y aunque se resigna ir de vacaciones habitualmente a Valeria del Mar, su lugar predilecto del mundo es “Mikro, en Creta”. En su sencillez se siente feliz con un pastel de papas, una cerveza y una reunión con amigos.

Como quizá le toque ahora, la mujer madre de un hijo por entonces en edad de primaria (Mateo tenía seis años) lidiaba con problemas para salir en los mercados, el país negociaba con el club de París y los ministros e intendentes le demandaban más recursos de los que ella disponía a diario. Con una sonrisa contaba a menudo que uno de los que más la llamaba para pedirle plata y avanzar con la obra pública (era el ministro del área) era su gran amigo Arlía, quien la catapultó al ministerio proponiéndole el nombre a Scioli. “Pobre”, se resignaba, “cree que no le quiero dar, pero es el Gobernador el que dispone de cómo se distribuye lo que hay”, explicaba.

En esta breve anécdota se describen también dos características que la pintan: su apego a la verticalidad en la función pública y la convicción de que la economía debe esta subordinada a la política.

“Siempre tiene que ser de la política. El ministro de Economía tendría que estar a disposición del resto de los ministros, que es medio lo que sucede (en la Provincia de aquel momento); termina siendo como el eje de un radio, porque todas las demandas terminan siendo de dinero. Pero el ministro de economía tendría que poder resolver esas demandas. Los recursos son escasos, y son escasos en todos lados; no vivimos en un mundo de utopías, y los recursos tienen un límite. El ministro de Economía dice ‘hasta acá tenemos plata’, y el Gobernador es quien dice dónde se destina. El economista siempre tiene que estar al servicio de la política”, sentenció aquella vez a modo de manual de conducción de la cartera económica, sea cual fuere.

El nombre de Silvina Batakis irrumpió con fuerza en la noche del domingo 3 de julio de 2022, para convertirse en la ministra de Economía de un país que navega aguas turbulentas tanto en los números como en la política. De una Secretaría de tan bajo perfil como el que a ella le gusta transitar a las luces candentes de la cartera de hacienda. Deberá aceptar, muy a su pesar, que ahora es una de las personas más influyentes del país, que todo lo que diga podrá ser usado en su contra, y que ya no podrá transitar las gradas de la Bombonera desde la inigualable clandestinidad que otorga ser poco conocido.

Desde su designación, una oleada de opiniones se descargaron en favor y en contra de la nueva ministra en las redes sociales. La mayoría de esas impresiones no tienen más fundamentos que el espacio político que se ocupa. Son pocos los que conocen en profundidad a La Griega, y quienes sí la junan bien se han desecho en elogios; no ahora cuando las circunstancias la ponen en el podio del poder, sino de antes, de haber compartido con ella experiencias en la política bonaerense. 

Ojalá le vaya bien, por ella y por el país. Ojalá sea una rampa para cumplir su sueño más profundo, presidir a Boca Juniors alguna vez. Y ojalá nunca pierda la sencillez y esa desfachatez que la llevaron a presentarse a una entrevista con una remera que decía “Pura pasión” y tenía el escudo del club de sus amores.

Fuente: LaTecla