En un despliegue de medios sin precedentes y dificultado por la dureza del terreno, los socorristas cavaron primero un túnel vertical en paralelo al profundo pozo de 25 centímetros de diámetro donde cayó el nene Julen Roselló.
Una vez cavado ese túnel, los mineros empezaron ayer a bajar, por turnos de dos, en una jaula metálica, para excavar con pico y pala cuatro metros en horizontal y llegar al pozo.
Un esfuerzo en el que seguían avanzando lentamente, con luz artificial y oxígeno, y en el que les quedaban todavía dos metros y medio.
«La excavación de la galería horizontal desde el pozo vertical perforado para intentar encontrar a Julen alcanza un metro y medio», indicó a la prensa la subdelegación del gobierno en la provincia andaluza de Málaga.
Según añadió, «las complejas condiciones del terreno» obligaron a efectuar dos microvoladuras.
En los trabajos participan, además de los ocho mineros de élite, desplazados desde Asturias, un equipo de ocho bomberos y otro de guardias civiles artificieros.
Desde que el niño cayó al pozo no se han tenido pruebas de que esté vivo. Pese a ello, las autoridades dicen que no pierden la esperanza.
Para esclarecer las circunstancias de la caída, en un pozo que carecía de señalización, la Guardia Civil interrogó a los padres, al propietario del terreno y al pocero que hizo la prospección. Un juzgado de Málaga abrió diligencias sobre el caso.
Fuente: la nacion