Los 76 de Carlos Villagrán, el hombre que nunca pudo dejar de ser Quico

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Aunque lo intentó en varias oportunidades, el actor quedó atrapado en su personaje de la vecindad de El Chavo

Tuvo la suerte de que un amigo en común lo llevara a una fiesta que ofrecía ni más ni menos que Roberto Gómez Bolaños. Corría el año 1971. Para entonces, Carlos Villagrán, que comenzó su carrera como reportero gráfico, ya había logrado incursionar en el mundo de la actuación en la televisión mexicana. Pero fue en ese evento que su vida quedó marcada para siempre.

Eran tiempos en los que, luego de muchos intentos, el actor había logrado cierta popularidad gracias a Pirolo, un personaje que realizaba en El club de lo millonarios. Y, junto a su amigo Rubén Aguirre, en medio de la fiesta decidió improvisar un sketch que terminó conquistando al creador de Chespirito. El resto es historia conocida: Villagrán se puso en la piel de Quico, un niño malcriado que terminó robándole protagonismo al mismísimo Chavo del 8.

Los pequeños de todo el mundo quisieron imitarlo. “¿Qué tiene en sus cachetes?”, se preguntaban. Y no tenía nada: simplemente, los inflaba para componer su personaje y repetir esos latiguillos que, al día de hoy, siguen grabados en el público: “¡No me simpatizas!”, “¡Me doy!”, “¡Ay, ya cállate, cállate, cállate que me desespeeee…ras!”, “¡Que cosas, no!”, “¿Qué me habrá querido decir?” y “¡Chusma, chusma…prr!”.

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Pero, como era de esperar, este protagonismo no tardó en despertar los celos de Gómez Bolaños. Muchos dicen que, fue por esto, que el personaje de Quico terminó desapareciendo de la serie. Otros dicen que fue porque Villagrán recibió una oferta mucho más tentadora de Venezuela. La versión más sabrosa, en tanto, tiene que ver con cuestiones de amoríos. Es que, según se supo años más tarde, Carlos habría mantenido una relación con Florinda Meza, que en la ficción encarnaba a su mamá y en la realidad se convirtió en la esposa de Roberto.

Sea como fuere, lo cierto es que luego de abandonar Chespirito, Villagrán tuvo varios problemas legales con Gómez Bolaños, ya que éste último decía ser el autor de Quico mientras Carlos aseguraba que el personaje había sido logrado gracias a su impronta y las frases que él mismo había creado. Finalmente, el niño macriado que tanto había divertido al público, continuó por su cuenta de la mano del mismo actor pero rebautizado como Kiko.

Luego de ver que muchas puertas se le cerraban en México por la fuerte influencia de Gómez Bolaños, Villagrán desembarcó en Venezuela dónde produjo su serie más importante: Federrico y Las nuevas aventuras de Federrico, dónde una vez más volvía a ponerse en la piel de Kiko. Y participó de otros programas encarnando al mismo niño de cachetes inflados.

De regreso a México, a fines de los 80, Villagrán siguió probando suerte con Kiko, aunque ya no con tan buena repercusión por parte del público. Y la realidad es que, para entonces, el actor ya cargaba con el karma del personaje y era muy difícil que los productores pudieran imaginarlo en algún otro rol. Así que, durante un par de décadas, recorrió varios países de Latinoamérica con El Circo de Kiko.

Finalmente, en abril del 2001 y tras 22 años de no verse las caras, Villagrán y Gómez Bolaños volvieron a encontrarse para un especial de El Chavo del 8 que reunió a todos los integrantes originales de la serie. Pero la supuesta reconciliación anunciada a la prensa con bombos y platillos no fue tal y los conflictos legales siguieron su camino.

En mayo de 2013, durante una presentación en Río de Janeiro, el actor anunció el final de Kiko. “Quien les habla ahora es Carlos Villagrán. Hace 30 años estamos juntos, pero llega un momento en el que tenemos que parar. Me despido de ustedes aquí en Río de Janeiro. Esta es mi última presentación”, dijo.

Por entonces, Villagrán ofreció una entrevista al diario brasileño O Globo en la que aseguró: “Estoy con 69 años y por respeto a los admiradores voy a parar de competir contra mi peor enemigo: el Kiko más joven que aparece todos los días en la televisión. No puedo disputar con él porque él no envejecerá y yo no le simpatizo. Voy a sentir la falta del público y de las risas. Es algo muy lindo”.

Pero no cumplió su palabra. En 2016, volvió a presentarse como Kiko en Bolivia. Y en 2018, insistió en anunciar que no volvería a interpretar a ese personaje. Pero aún hoy, que está cumpliendo 76 años, no puede evitar que en cada lugar que visita le pidan que infle sus cachetes y diga alguna de estas frases que él mismo inmortalizó vestido con su traje de marinerito.